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San Vicente del Raspeig

En la despedida de una madre

Pascual Andrés Tévar en memoria de su madre Teresa:

El pasado día 13-08-2020 me despedía de mi MADRE TERESA, a sus 97 años, en el Hospital General de Alicante, en la cama 319-1, y con agradecimiento sereno y de verdad, a todas y todos los que han cuidado. Y escuchando su sedada y elocuente respiración silenciosa, y reviviendo todos los valores eternos que nos ha transmitido, y perturbado, de no saber, si seré capaz de transmitirlos a los demás.

Una MADRE es un universo, en el que no se han inventado palabras para definirlo, porque es tan inmenso, que solo cabe intentar entender lo que significa el amor sin barreras.

Los recuerdos de mi infancia en Yecla, en aquellos difíciles 50 de la posguerra, me llevan inexorablemente, a esa MADRE luchadora, infatigable, y sacando continuamente fuerzas de donde sea, para sacarnos a mí y a mi hermana, cada día, adelante.

Esa MADRE, que cuando venía del Instituto Arzobispo Lozano de Jumilla a nuestra casa en San Vicente del Raspeig, tenía preparada esa carne de toro de lidia, y sus otros manjares, para recuperarme a tope, hasta tal punto, que me prohibía hacer trabajos en casa, para que me centrara en obtener esa nota media de notable, para poder mantener la beca-salario, que era el sustento económico indispensable, para seguir estudiando.

Esa MADRE, que siempre tenía un corazón infinito, para que con su sencilla sabiduría, encontrara la forma, de que no me sintiera invadido de miedos, en los momentos difíciles de la vida, con sus consejos, y sobre todo, con su ejemplo, trasladado en los más aparentemente insignificantes momentos de la vida.

Esa MADRE, que en sus últimos años, ya no podía reconocerme, pero con su mirada infinita, sabía, no sé de qué forma, que estábamos conectados. Y me ayudaba más de lo que yo era capaz de entender, cuando la visitaba en la Residencia San Vicent de San Vicente del Raspeig, donde la han cuidado con cariño y dedicación, especialmente difíciles desde la pandemia de mazo 2020.

Cuando una MADRE se va, deja un vacío, que no soy capaz de entender, y me debato en si seré capaz de trasladar a mi vida, los valores trascedentes, que tengo que ser capaz de redescubrirlos cada amanecer. Y entonces y solo entonces, tener el refugio y la respuesta, a todos los retos que me va a plantear la vida en adelante.

En esas horas interminables del tanatorio, he ido reviviendo con mi hermana Tere, muchos e increíbles momentos, mas ella que yo por su buena memoria del pasado, y nos hemos envuelto en una alfombra mágica, para recordar, todo lo que nuestra MADRE, ha significado, para nuestras vidas. Y entonces te das cuenta, que es un universo de entrega, sacrificio, y dedicación que no se define en palabras, y se queda en un sentimiento que no cabe en el corazón, y al que tenemos que aferrarnos para saber lo que somos y como lo trasladamos a nuestra vida diaria.

Cuando en el Cementerio de nuestro San Vicente del Raspeig, la enterramos junto con los restos de mi nuestro PADRE, sentí que ya están de nuevos juntos, después de unas largas e intensas vidas. Y ahora, desde el sentimiento indefinido, empieza otra en su memoria, y en todo lo que nos han dejado para recordarlos cada momentos de nuestros desafiantes futuros.

Así que, en esta reflexión, que intento sea serena, con el dolor en el alma, quiero rendir un HOMENAJE A NUESTRA MADRE, en una mañana calurosa de agosto de 2020, invadido de dudas y miedos, pero con una conexión de sentimientos y valores que me empujan y me animan, bajo la increíble luz mediterránea.

1 COMENTARIO

  1. Una mujer luchadora, valiente y siempre con una sonrisa, he tenido la suerte de conocerla, darle los cuidados que necesitaba y estar en su último momento, un abrazo Pascual y Tere. Yolanda

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