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San Vicente del Raspeig

Conviviendo con los silencios

Pascual Andrés Tévar nos hace llegar este texto propio:

En nuestras vidas pasamos, más tiempo del que pensamos, conviviendo con nuestros silencios, incluso cuando estamos inmersos en la mejor algarabía, y mezclados con multitudes, en los distintos actos que participamos por cualquier motivo u ocasión.

El silencio, como síntoma, se asemeja al miedo, a la incertidumbre, y a la duda, pero es necesario no quedarse en la superficie, e investigar más profundo, porque si no, perderemos una importante oportunidad, de conocernos, tal vez, un poco mejor, a nosotros mismos.

El silencio, es, un perfecto aliado, cuanto en tu trabajo, no sabes por donde salir, para resolver dudas, y hurgando en tus adentros, eres capaz, aunque no siempre, de reflexionar, y encontrar, aun sorprendiéndote a ti mismo, esa solución, que ni siquiera habías imaginado.

El silencio, es, cuando dudas de todo, hasta de tu existencia, cuando no encuentras o no sabes buscar, valores a los que aferrarte, y salta una chispa en tu mente, y te sacude como una descarga, y sabes que la vida, siempre….merece la pena. Y encuentras, no sabes de qué forma, motivación, y fe, para seguir adelante.

El silencio, es, cuando en la soledad de tu casa, de tu caminar, de tus noches interminables, en el debate, como una coctelera de pasiones, miedos, y depresiones, encuentras un motivo, por muy insignificante que aparentemente parezca, al que aferrarte, como una tabla salivatoria, en medio de la tempestad, que nunca llegas a comprender, pero que es una buena aliada, para volver a la vida. Es una mezcla insensata de ilusión, y de angustia, pero que te anima para ver la vida con otro encanto.

El silencio, es, las conversaciones interminables contigo mismo, buscando respuestas, y dejando más dudas , pero teniendo claro, que ese debate , donde no habitan las certezas absolutas, al menos te sirve, para intentar saber quién eres, y hacia donde intentas caminar. Y si hay preguntas que no tienen respuestas, si hay vida, para tratar de volver a intentarlo.

El silencio, que se confunde con soledades y otras miserias, es mucho más valioso, y más imprescindible de lo que somos capaces de discernir, en la ajetreada vida, que tratamos de compartir, aunque muchas veces, no sabemos salir de nosotros mismos.

Así que, embullémonos en nuestro mar de silencios, y cada uno a su manera, se atreva a debatirse con sus miedos y sus euforias. Y saque o intente sacar lo mejor de sí mismo, siendo consciente de sus limitaciones, pero luchando de verdad, para ser y compartir, aunque sea a ratitos, con los que de verdad quiere, y con los que convive.

Es necesario plantearse cada día, que los silencios, también son un buen aliado, para entender a los que queremos, y alejarnos de nuestros egoísmos, y reflexionar antes de tomar decisiones. Y ser más humildes, para rectificar, y volver a levantarnos después de cada tropiezo, y desaliento que la vida, con toda su dureza y crueldad, nos va a sacudir, en el momento más inesperado.

Tal vez, los silencios, son un buen aliado, para reencontrar en los más pequeños e insignificantes detalles, la sal de la sal, de cada amanecer, que nos empuja de razones y argumentos, para vivir y compartir, bajo la increíble luz mediterránea.

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