Opinión

Ángel Sánchez

La Asamblea de la Agrupación Socialista de El Campello que se celebró el pasado lunes 28 no cerró, ni mucho menos, la crisis que vienen arrastrando los y las socialistas Campelleros desde hace (demasiado) tiempo. Y no la ha cerrado porque el sector aglutinado en torno al candidato que no fue elegido por los y las militantes que acudieron a votar creo que van a agotar las vías orgánicas para defender la legalidad un proceso que cuestionan abiertamente y por diferentes razones.

             Cuestiones como, que el censo de afiliados y afiliadas fuese mucho mayor que el que se conocía a fecha de la designación de la Comisión Gestora; que algunos y algunas militantes no pudieran ejercer su derecho a voto pese a tener la convocatoria girada por la Gestora; que durante la jornada se resolviese un problema abriendo la urna, y otras cuestiones, llevarán, con toda seguridad, a éste sector a recurrir a los mecanismos internos para que  diluciden sobre la legalidad en el desarrollo de la votación. Otra cuestión es la legitimidad, asunto que el candidato electo ha hecho referencia tácita en las  manifestaciones realizadas prácticamente el mismo día de su elección. En concreto me refiero a: “Una vez habla la militancia no caben diferencias, no cabe el enfrentamiento…”. Esto, ¿qué significa?.

            El PSOE local es una organización acostumbrada a las luchas intestinas. Demasiadas veces se han producido enfrentamientos entre las diferentes “familias” , sectores o sensibilidades. Y éste enfrentamiento se ha sustentado, estrategicamente, en la afiliación. La “costumbre” en las agrupaciones ha sido: si alguien quiere ganar una Asamblea debe “afiliar” a más correligionarios que los adversarios. No por covicciones, no por ideología, sino simplemente por seguidismo. Y eso se ha hecho de diferente manera. Se ha recurrido a la familia, a los amigos, a los conocidos o incluso a los llamados “paracaidistas”, que no son otra cosa que personas de otras localidades que se han dado de alta como afiliados en direcciones de la localidad en la que estaban llamados  a apoyar a un determinado candidato o candidata. Esto, es una presunta irregularidad a la  que el partido debería poner fin para evitar los procesos viciados. ¿Cómo?. Al igual que se exige el DNI, exigir un volante de empadronamiento, así de sencillo. Pero es sólo la reflexión personal de un militante.

            Pero al margen de las cuestiones internas (que entiendo que no interesan demasiado a los y las votantes o simpatizantes socialistas ni a la ciudadanía en general), las cuestiones políticas deben emerger porque (insisto), la legitimidad de una dirección no puede basarse sólo en ganar por uno o diez votos: la legitimidad se debe ganar cada día, con cada acción política e institucional, respetando escrupulosamente la legalidad interna de la organización, dado a la democracia interna la misma dimensión que queremos para nuestra sociedad. Porque, ¿con qué argumentos nos dirigimos a la ciudadanía si nuestro comportamiento difiere de los principios y valores que decimos que nos guían en nuestra militancia y nuestra acción política?.

            Creo que la crisis va a seguir instalada y, personalmente, considero que, al margen de que las quejas, protestas e incluso impugnaciones que puedan darse lleguen a un final u otro , la cuestión es transmitir a la Ciudadanía, no una falsa unidad (en función de una lealtad fundamentada únicamente en victorias o derrotas internas), sino una cohesión basada en un debate plural y diverso;  acciones políticas y propuestas ( pero no fruto de imposición alguna ) y, sobre todo, de la inclusión. Y al hilo de ésta última cuestión decir que,  si la voluntad integradora es algo más que retórica, ¿porqué no integrar a miembros del grupo que perdió la Asamblea en la dirección? Ya que el candidato electo esgrimió la necesidad de ser coherentes con la línea política de nuestros Secretarios Generales Federal y Autonómico ( Presidente de España y de la Comunidad Valenciana), recordar que el talante  que demostraron ambos fue integrador hacia a los diferentes sectores. Y este pricipio debía guiar igualmente el talante de la nueva dirección local, pase lo que pase en el “post proceso electoral” interno (cuando se posicionen los órganos internnos sobre las quejas, protestas o impugnaciones).

            Creo que (insisto) pase lo que pase, debemos empezar a hablar de política municipal. Debemos hablar de presupuestos, de proyectos de inversión, de educación, del presente y futuro de nuestros jóvenes y mayores. Debemos empezar a concretar cual es nuestra alternativa para El Campello más allá de las palabras grandilocuentes. Algo que en mi opinión no se ha hecho hasta ahora, siendo la imagen que los y las socialistas tenemos, además de condicionada por la imagen de división, de un perfil político muy bajo, siendo muy benevolentes.

            El socialismo democrático es y ha sido siempre plural, enriquecido por diferentes opiniones y criterios; incluso con discrepancias profundas. Pero eso no ha sido óbice para que, sobre el debate y la discusión se haya (siempre) buscado la convergencia en base, no una falsa unidad, sino sobre lo sustancial, sobre lo que nos ocupa y debería preocuparnos: un proyecto de pueblo para todos y todas.