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San Vicente del Raspeig

En busca de la generación desubicada

Pascual Andrés Tévar nos envía este artículo:

En estos tiempos que corren, es vital, es necesario, es imprescindible preguntarnos por la generación de nuestros hijos e hijas alrededor de los treinta y pocos años, y sentir de corazón y de razón, que no podemos consentir que sea una generación frustrada.

Hemos depositado en ellos todos los esfuerzos e ilusiones, que nuestros padres no pudieron darnos en capacidad de formación y elegir su futuro, y les hemos facilitado la mejor preparación de la historia, y vemos incertidumbre por todas partes.

Nos preguntamos a diario por qué después de tanta preparación, no es correspondida con puestos y sueldos dignos a su altura.

Nos preguntamos por qué la inmensa mayoría, no pueden trabajar en lo que han estudiado, con tanto sacrificio de la familia, y a pesar de muchos intentos, no encuentran el camino para hacer y vivir de lo que representan tantos años de esfuerzo y dedicación, para terminar los estudios que han elegido.

Nos preguntamos por qué nuestros y nuestras jóvenes se ven obligados a abandonar nuestra tierra, y tienen que ir a cualquier país del mundo que les abra el camino, porque no encuentran la mínima posibilidad de trabajar en lo que han estudiado, en definitiva en su vocación.

Nos preguntamos por qué no existe en las empresas la cultura de creer de verdad en la formación, y abrir las puertas de par en par, a los que vienen dispuestos a darlo todo por su vocación.

Nos preguntamos por qué los títulos no se corresponden con los puestos de trabajo reales, y la mayoría se pierden tratando de sobrevivir lo mejor que pueden.

Nos preguntamos por qué no se abren de par en par, los puestos de trabajo de las empresas, para ser valientes, y capaces de superar y de creer de verdad, en los valores de nuestros hijos e hijas, que tienen la mejor preparación intelectual de la historia, y que además le hemos inculcado y machacado la cultura del esfuerzo y la preparación para caminar por la vida.

Nos preguntamos por qué parece una generación frustrada, que no va a pasar a la historia por descubrimientos y avances significativos. Y a continuación, sentimos y sufrimos el debate interior, que nos inculca que lo mejor está por llegar.

Nos preguntamos que no hay derecho a que tantos esfuerzos, para que nuestros hijos e hijas estén más preparados que nunca, no puedan recompensárnoslo con ilusión en su trabajo, en formar una familia, y en conseguir satisfacer, por duro que sea, su vocación, y servir a su país.

Nos preguntamos si nuestras ilusiones y pasiones con nuestros hijos e hijas, eran exagerados e infundados, y que tenemos que reflexionar en que no hemos sabido estar a la altura, para que consiguieran ser una generación brillante.

Pero, ante todo, y con humildad, es más necesario que nunca que reflexionemos. Porqué hemos dado a nuestros hijos e hijas, lo mejor de nosotros mismos, y ellos y ellas, pienso serenamente, que han entendido el mensaje.

Tal vez, en nuestro intenso y agitado debate interior mezclado con calma, debemos y necesitamos, sentirnos orgullosos de nuestros hijos e hijas, porque conseguirán, cueste lo que cueste, cambiar en libertad y pacíficamente la historia que compartimos, bajo la increíble luz mediterránea.

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