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LAS FRONTERAS POR DERRIBAR EN UN VUELO INTERMINABLE

Pascual Andrés Tévar nos envía este artículo propio

En los vaivenes de la vida, no hay enseñanzas para muchos avatares que nos sacuden, y que ponen en solfa todos nuestros valores, y nuestras convicciones, y ante los cuales, no tenemos el tiempo que deseamos para responder, por lo que hay que echar mano de nuestra capacidad de superación y resistencia.

Echando la vista atrás, con el paso de los años, te das cuenta que aquella película que te habías montado cuanto con veintitantos años, empezasteis una vida de pareja, ni por asomo, te hacías a las más remota idea de cuál iba a ser el camino.

Por eso, como me decía un amigo, si el árbol tiene las raíces fuertes, mejor muy fuertes, será capaz de resistir vientos y tempestades, que seguro van a venir. Si no se vendrá abajo a las primeras de cambio. A lo largo de más de 44 años de convivencia con la COMPAÑERA DE LA VIDA, dan para que nunca iba a ser capaz ni de imaginar, pero parece que el ARBOL tenía las raíces fuertes, porque lo ha puesto a prueba tantas veces, que me da vértigo solo recordar.

Claro está, como para este camino, no hay escuelas ni doctorados que te den seguridad, te las tienes que arreglar, con lo que has aprendido de tus padres, de los estudios, de los amigos, y de los valores que has sido capaz de asumir en todas sus consecuencias. Y aun con ese bagaje, cuando la tempestad sacude fuerte, o reacciones a tiempo, o te hundes en la miseria y en la desesperación. Por suerte, he salido a flote, y convivo con las secuelas, y los pensamientos inacabados, pero tengo motivos para seguir adelante.

En estos momentos de mi vida, no quiero entrar en detalles, pero me han puesto a prueba, que ni en las peores pesadillas, podría haber pensado que me iba a tocar vivir y convivir.

Y, juntos, los hemos ido, a nuestra manera, superando. Los hijos te ponen a prueba cada día, pero hay momentos, en que dices, hasta cuando voy a ser capaz de soportar y de superar.

Y vaya, que por increíble que parezca, lo soportas, lo superas, y lo llevas a cuesta toda la vida. Pero, has sobrevivido, y hasta tienes fe, para seguir, no sé cómo, adelante. Y hasta tienes ganas de compartir las cosas buenas de la vida, en los pequeños e insignificantes detalles, pero que le dan todo el sentido.

En este caminar, los AMIGOS y las AMIGAS, tienen un valor infinito, porque, en mi caso, no sé qué hubiera sido de nuestra andadura por la vida. Nunca dejemos de escuchar las palabras, y los apoyos de VERDAD de los AMIGOS y las AMIGAS, que están a nuestro lado, cuando los necesitamos, y sin buscarlos.

Al volver la vista hacia atrás, te sorprendes a ti mismo, y piensas que has sido capaz de soportar todas las duras pruebas que la vida te ha puesto, y aunque conviviendo con las secuelas, eres capaz, de reflexionar, que sigues adelante el camino, nuestro camino. y que no te atreves a poner condiciones para el futuro, porque al fin y al cabo, el camino ha sido duro, y a veces insoportable, así que algo habremos aprendido para seguir resistiendo, sin poner condiciones previas.

Así que, reflexionando con los setenta y un años a cuestas, con la humildad, de no dar lecciones a nadie, si quiero transmitir estos sentimientos, y estos pensamientos, para que en esta vida nos alejemos de las presunciones de tenerlo todo controlado, y como decía el poeta “CAMINANTE 2 NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR, Y AL VOLVER LA VISTA ATRÁS, SE VE LA SENDA QUE NUNCA VAS VOLVER A PISAR”.

Esta es la filosofía, cada una hace su camino, y lo que va sufriendo, soportando, asimilando y aprendiendo, te hace un poco más fuerte. Y con todas las dudas y sufrimientos acompañándote, aguantas la mochila. Buscas la forma de superarlo, y de soportarlo cada día, tratas de tener moral y motivación a la que agarrarse, y hasta ilusión de vivir, y como no queda otra, sigues descubriendo el futuro cada día, eso sí, bajo la increíble luz mediterránea.

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