Somos L'Alacantí

El nuevo periódico de la comarca

COMERCIO DE SAN VICENTE

San Vicente del Raspeig

LAS RUTAS DE LAS SOLEDADES Y LAS EMOCIONES POR DESCIFRAR

Pascual Andrés Tévar nos envía otro artículo propio

En este otoño de noviembre de 2021 cuando las hojas caídas inundan nuestras calles sanvicenteras, me asaltan desencadenadas las soledades y las emociones, que sacuden nuestras vidas, y nos ponen a prueba cada despertar. Es soledad y emoción, levantarse temprano cada día, como una rutina de la mañana tempranera, y con sumo cuidado, sin despertar a nadie en casa, bueno al Lolo el gato siempre está atento a toda hora, comenzar el desafío de cada día.

Es soledad y emoción, caminar, en busca del trabajo, para cumplir con rutinas, y mentalizarse, y preguntarse cada día, si tengo motivación para tratar de encontrar a mis 71 años, que merece la pena lo que estoy haciendo con mi vida. Y siempre, encuentro un ancla a la que aferrarme en
esta tormenta perfecta que es el desafío de vivir y convivir.

Es soledad y emoción, recibir cada día, bien temprano, el primer mensaje de mi HIJA, dándome los buenos días desde el piso tutelado, donde supera con buena nota el desafío de su enfermedad mental. Y me alegra el día con los mensajes alentadores. Aunque a lo largo de una
jornada, los mensajes se vuelven tormentosos, y tengo que hacer de psiquiatra improvisado, para aconsejarle y quitarle importancia a su “me encuentro mal con los emoticonos llorando”.

Al fin y al cabo, es un estímulo cada día relacionarme con ella, me hace sentirme vivo y necesario. Es soledad y emoción, acudir temprano, al bar amigo, a tomar el café con leche y el zumo, de cada día de trabajo, que me ponen a tono, y me hacen conectar con el mundo, y tomar una
buena dosis de autoconfianza, para aguantar una jornada mañanera.

Es soledad y emoción, regresar a casa para la comida, y cargar las pilas solo con mirar a los ojos a la COMPAÑERA DE MI VIDA, y percatarse que no estoy solo en este camino, que me acompaña desde hace más de 44 años, y parece que fue ayer cuando lo comenzamos.

Ese paso del tiempo da miedo, pero lo soporto bien, con ella a mi lado. Es soledad y emoción, después de comer, acudir a mi restaurante amigo, y tomar el café y copa de un tal Carlos III, y últimamente desde hace unos meses, lo acompaño por un helado de chocolate.

Así que los y las camareros y camareras Amigas y Amigos, ya lo tienen memorizado, nada más llegar cada atardecer. Y vuelvo a recargar las pilas, para aguantar la jornada de tarde y muchas veces parte de noche del trabajo del despacho. Es soledad y emoción , compartir desde hace más de 43 años trabajando juntos, y especialmente desde 2020 llevando el reto de ser empresarios , profesionales, y trabajadores al mismo tiempo, con el AMIGO DEL ALMA , con el colega, con el que sé que puedo confiar siempre, cuando todo se tambalea.

Y los compañeros y compañeras y Amigos y Amigas, desde hace muchos años, haciendo un buen equipo y desafiando con fe el futuro. Es soledad y emoción, volver a casa por la noche, a las horas que regresamos, y volver a encontrarme con los ojos y las miradas de la compañera de la vida, y descubrir, que por muchas dudas que tenga, siempre, siempre, me motiva para seguir adelante. Y compartir, sus miedos,
sus enfermedades, y sus alegrías de vivir. Y escuchar sus mensajes, de la forma de interpretar el mundo, en todas sus consecuencias. Y cuando me voy a la cama, y la dejo en sus soledades, tengo la sensación, que es como un angel, que me cuida y me vigila siempre.

Es soledad y emoción, que en los fines de semana, trato de desconectar, y casi lo consigo, con mis amigos de Bar Antonio, y mis Amigos , y todo el buen equipo de profesionales , y de Amigos y Amigas del Restaurante El Jardín, que tanto me cuidan, y me animan, hasta cuando estoy
deprimido, y casi ausente. Me vuelven a dar razones, para seguir adelante, seguir conviviendo en esta hermosa ciudad del “Sequet pero sanet, con la que nos identificamos como forma de vivir, y de compartir valores, y emociones, en todos los sentidos. Es soledad y emoción, levantarme cada domingo, para salir antes o sobre las 6 horas, y caminar, y correr a trozos, hasta la rotonda de San Juan, por el carril bici, y saludar al despertar del nuevo día.

Y regresar al cabo de más de horas treinta o cuarenta y tantos minutos, cansado, y satisfecho de estar vivo, y dispuesto, con todas las secuelas emocionadas de la vida a cuesta. Es soledad y emoción, volver a la Peña, cada semana, y vivir, cada vez con más Amigos y
Peñistas, los debates y emociones desatadas, con nuestro Equipo del alma, y sentir los valores, que te dan argumentos para seguir adelante. Así que, al final de una jornada diaria, y de una larga semana, las SOLEDADES Y LAS EMOCIONES conviven y convulsionan de dudas y de desafíos mis pensamientos.

Y al mismo tiempo asumiendo los protocolos y la mascarilla de la pandemia con la que intentamos, y luchamos cada día por superarla. Y siempre, encuentro motivos para sentirme vivo, y de encontrar ilusiones, debates, y alientos, para continuar y compartir mi camino, bajo la increíble luz mediterránea.

DEJA UNA RESPUESTA

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *