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Ángel Sánchez

Opinión

Quizá, una decisión como la que personalmente he tomado, debería quedarse en el ámbito íntimo. Pero me apetece contar porqué he decidido causar baja en la Agrupación Socialista de El Campello, aunque no en el PSOE.

El partido en el que milito tiene diferentes modalidades de afiliación, entre ellas están, o la adscripción a una agrupación ( que es la modalidad habitual) o la de la afiliación directa.

El que yo haya pedido mi pase a la situación de afiliación directa me inhabilita para participar en la vida (conste que lo digo sin reírme aunque sí con una sonrisa) de la agrupación municipal. Incluso llegué a pensar que, a la vista de la división existente y aparentemente irreconciliable entre los dos sectores en liza, podría haber sido una idea presentarme como alternativa de equilibrio. Pero ésta alternativa la deseché casi de inmediato dado que mi vida orgánica ha sido prácticamente nula, por lo que no he podido hacer proselitismo de ningún tipo entre la afiliación para “venderme” como alternativa al marasmo político en el que se encuentra la Agrupación. Y desechada la idea, la alternativa de aliarme con uno de los dos sectores tampoco me seducía, fundamentalmente porque considero que las diferencias entre ambos no son ni siquiera políticas, que en definitiva es lo que personalmente me motiva.

La deriva de una agrupación sobre la que recayó (en la década de los noventa del pasado siglo) la responsabilidad de construir una administración y un municipio adaptado a los nuevos tiempos que vivíamos tras la transición ha sido y es verdaderamente penosa. La ausencia absoluta de análisis autocrítico, la autocomplecencia irresponsable y  los hiperliderazgos, excluyentes culminaron en 2015 con el paso a la casi irrelevancia, sin que nadie asumiese ninguna responsabilidad ni plantease ninguna propuesta sensata, sino todo lo contrario: lo que se hizo fue apretar el culo al sillón. Pero fue en 2019 cuando el abandono de cualquier principio democrático (por ambos bandos) de inclusión, dinamitó los posibles puentes que se pudieran tender para recuperar, más allá del tirón coyuntural de la marca de la que “disfrutamos”, cualquier posibilidad de influir en la vida política local. No voy a recordar las trifulcas de 2019, ni la aceptación cuasi sumisa de una militancia adocenada de uno u otro sector que hizo suyo el juego de los endogrupos para, ¡sobrevivir en la irrelevancia!,  manteniendo a líderes mediocres al frente del irresponsable juego.  No voy a tirar más piedras de las necesarias contra una agrupación que en definitiva representa, al menos nominalmente y en sus siglas y símbolos, los valores en los que creo y los principios por los que sigo manteniendo el carnet de afiliado a éste histórico y cada día más necesario partido, insisto, a pesar de que los dirigentes locales se hayan apropiado de el para su propio beneficio y la afiliación lo haya aceptado de forma acrítica y, en mi opinión, irresponsable.

Seguiré afiliado a la estructura federal porque soy, cada día más, un convencido socialdemócrata y creo que mi partido representa, en esencia, la idea de igualdad para ser verdaderamente libres y de fraternidad colectiva en una realidad cada día más individualista. Pero no puedo ni quiero participar, ni aceptar, ni asumir que los y las afiliados y afiliadas seamos meros instrumentos en manos de unos (insisto nuevamente) más que mediocres dirigentes cuyo objetivo es sacar beneficio, ya sea directo o indirecto, de la privilegiada posición que se les concede.

Seguramente muchos y muchas se alegrarán de mi decisión, algo que, por otro lado,  me da bastante igual. Si se alegran mucho o poco, mi compromiso siempre será el que ha sido: por ideales y nunca por interés personal (algo que he demostrado sobradamente a lo largo de mi trayectoria en política). Y si el sentimiento es de haberse quitado de encima a un “pesado” al que le gusta pensar en voz alta, lo que les deseo es mucha suerte. Pero sobre todo, mucha reflexión y mucho acierto porque lo que ahora se esta haciendo deshonra la historia de nuestro partido y menosprecia el esfuerzo que muchos compañeros y compañeras hicieron de forma altruista en beneficio de unas ideas.

Y a los compañeros y compañeras, simplemente animarles a reflexionar sobre el papel que quieren jugar en ésta historia. La disyuntiva es sencilla: o ser protagonistas de la necesaria reconstrucción de la socialdemocracia municipal como alternativa necesaria o simplemente seguir dejando que las corrientes lideradas (insisto) por unos mediocres interesados les utilicen. Y desearles suerte y también mucho acierto sea cual sea la decisión que finalmente tomen. La bandera de la justicia, de la igualdad y la democracia, o se pone en práctica en nuestra casa, o nadie nos creerá ni entenderá cuando pregonemos nuestras ideas.

Seguiré expresándome como siempre lo he hecho: en libertad y, como dijo Felipe González en el último congreso: diciendo lo que pienso y, siempre, pensando lo que digo , siempre en defensa y en pos de los principios y valores socialdemócratas.

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