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COMERCIO DE SAN VICENTE

San Vicente del Raspeig

Pensando en vivir y en viajar sin ataduras impuestas

Es hora de empezar a sentir de verdad que el camino de la salida se va despejando, y para ello voy a dedicar unos artículos, para intentar devolvernos la moral necesaria, y el ánimo que nos empuje a volver a empezar, con las luchas y los debates de la vida normal, intentando pasar página en todos los sentidos de la pandemia. Y recuperando las sonrisas y los ánimos que tanto echamos de menos.

Quiero comenzar con el dedicado a vivir y a viajar sin ataduras, que es como intentar volver a descubrir que, no hay barreras de restricciones y de protocolos, y que solo se trata de reservar el medio, o de coger el vehículo, organizarse, y ponerse en marcha. Y echando mano de la imaginación a raudales, ponerse en marcha cuando nos dé la gana, sin fronteras, ni limitaciones que nos lo impidan.

Viajar y vivir sin ataduras, es tener claro, que no hay miedos a recibir en casa, a tus hijos, a tu familia, y a quien te dé la gana. A improvisar comidas, y fiestas, y vivencias. Y a compartir con tu compañera o compañero de la vida, los buenos momentos, cada instante, que la pandemia nos ha robado, sumidos en miedos y pesadillas. A reírnos de nosotros mismos y con los demás, a carcajada abierta. Y a mirarnos a la cara, y ver todo el mundo que refleja y transmite una mirada limpia e infinita. Y a que sabemos descubrir, cómo se vive a tope cada instante.

Viajar y vivir sin ataduras, es volver a encontrarse con los amigos, y planear lo que nos dé la gana, en cualquier momento. Y redescubrir lo que son reuniones y juergas, sin más límites que los que nos pongamos en la imaginación y el sentido común, que son el mejor modo de vivirlo y disfrutarlo intensamente.

Viajar y vivir sin ataduras, es caminar por nuestra hermosa ciudad sanvicentera, en sus calles y rutas, y pararse, para charlar, compartir momentos, y tener claro, que los reencuentros, llevan consigo los abrazos, y los besos, como algo normal. Sin que el subconsciente no limite o nos
llene dudas, porque hemos borrado de nuestra mete, la palabra limitación, y la hemos sustituido por lema ¡VIVA LA VIDA! Y nos vamos a empeñarnos que la convivencia vuelva a tener sentido, porque entonces y solo entonces, habremos recuperado la moral, y las ganas de compartir.

Así que, en esta reflexión improvisada, animo a tener fe y coraje, a que vamos a ser capaces, de darle la vuelta a la tortilla, y que el largo e incalificable túnel de la pandemia, se vaya quedando atrás, como cuando vamos en el tren y miramos por la ventanilla, y al instante miramos hacia adelante, y se abre un nuevo mundo, lleno de nuevas fantasías. Y nos percatamos que hemos hecho el pequeño milagro de volver a descubrir, en todo sus esplendor, la increíble luz mediterránea.

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