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CAMINANDO ENAMORADOS DE LA AVENTURA DE VIVIR

Pascual Andrés Tévar nos envía un nuevo artículo

En estos días del mes de febrero de 2023 pasados los 72 años y con la compañera de la vida
pasados los 70 se me amontonan las vivencias y los recuerdos de las aventuras que hemos
pasado junto desde hace más 51 años , como esas olas desatadas en nuestro querido mar
mediterráneo, que al final llegan serenas a la playa. Y quiero compartir esas sensaciones y
reflexiones en este artículo.
Cuando nos conocimos veinteañeros, por los años 70, tuve claro, en medio del mar de dudas
que la vida me sometía en esos tiempos, que ella, era la compañera de la vida. Y por supuesto,
no podía ni imaginarme en los complejos y peores pesadillas, lo que íbamos a tener que desafiar
juntos. Pero al mismo tiempo, nada ni nadie, nos podía quitar las ganas de conquistar el futuro
juntos.
Caminar enamorados, era aquellos tiempos de la Mili, en Cartagena, que desafía el tiempo, para
estar unos ratitos juntos, muchas veces, en la escalera de su casa, mezclando los abrazos y besos
apasionados, con el aviso de sus padres, de cuando íbamos a terminar.
Caminar enamorados, eran aquellas visita, en los fines de semana, con su 600, para ir hasta
Alicante, a nuestra cafetería preferida, para ir al cine, y para tener esos momentos, que solo con
mirarnos teníamos bastante.
Caminar enamorados, eran aquellos paseos por nuestras calles sanvicenteras, por la plaza de
España, y estar un rato juntos en nuestro añorado Bar España. Y compartir momentos en nuestro
cine de siempre La Esperanza.
Caminar enamorados era compartir la vida en la empresa, yo como novato en una sección de
asesoría laboral, y ella veterana en otra sección de gestoría. Y aunque estábamos en la misma
empresa, poco o nada podíamos compartir en intimidad de pareja.
Caminar enamorados, era desde aquel mes de julio de 1977, que nos casamos en la antigua
parroquia de La Inmaculada, con su tejado de cañiza, envueltos en sol de justicia, e iniciando la
aventura esta vez juntos, y con todos los desafíos por descubrir.
Caminar enamorados, era soportar el aborto, a los pocos meses de estar viviendo juntos. Y darse
ánimos, para seguir buscando ese hijo que sea el ancla, que nos de motivos para sentirnos como
una familia.
Caminando enamorados, era buscar la calma, cuando el ginecólogo, nos pedía, paciencia y
valentía, porque fueron cesáreas nuestra hija y nuestro hijo, y de los las duras vivencias
hospitalarias tras los nacimientos. Y a pesar de los riegos, y que tras el nacimiento de nuestra
hija, nos dijo que sería casi imposible tener el segundo. Lo desafiamos, sobre todo ella, y vino el
hijo. Y luego le hicimos caso al buen doctor, y se cerró el ciclo, para no poner más, en peligro su
vida. Nunca sabré de dónde sacó fuerzas, y valor, para soportar toda esa trayectoria de su vida.
Caminando enamorados, era, tener que aceptar, que ella tuvo que dejar el trabajo, en el que se
sentía realizada. Pero la enfermedad puntual de nuestro hijo, y la desconfianza en la persona
que le cuidaba, le hicieron tomar esa dura decisión. Otra prueba, que confirmaba que tenía las
ideas claras para luchar por el futuro de la familia.2
Caminando enamorados, era, tener que aceptar, la enfermedad psicológica de nuestra hija, con
apeas 13 años, y que se convirtió en otro reto, que de alguna forma nos cambió la vida. Pero,
como dijo un buen Psiquiatra en el Ramón y Cajal de Madrid, “es imprescindible que acepten la
enfermedad de su hija lo primero, y lo segundo que aprendan a convivir con ella”. El reto, lo
teníamos de por vida. Cada uno lo hemos interiorizado a nuestra manera. Pero, a pesar de todo,
cuando cada mañana la miro, existe un sentimiento que no cabe en palabras, y soy consciente,
y percibo en los más auténticos sentimiento, y en la pasión de las emociones, que ha merecido
el reto, y lo sigue mereciendo cada amanecer, de compartir la vida juntos.
Caminando enamorados, es, saber envejecer juntos, y que todos las vivencias, son buenas,
porque nos ha hecho descubrir y poner en valor, aquella frase de una amigo “cuando se inicia la
vida de un matrimonio, vas a saber si resiste, con las embestidas de la vida, es decir, si es un
árbol fuerte y con raíces, o es un árbol, que se destruye con primera tormenta”. Y vaya, si la
vida compartida, ha puesto a prueba nuestro árbol.
Así que, seguimos caminando enamorados, a pesar de todo, y, siempre, encontramos
momentos, cada día, para sentirnos agradecidos a la vida, por haber dejado, que construyamos
y compartamos, el futuro juntos. Porque, con el paso de los años, te das cuenta, que, a pesar,
de todas las dudas, sacrificios, sufrimientos, desánimos, y miedos infinitos, seguimos
descubriendo, que la vida tiene sentido cuando luchas, y tras cada caída, te levantas, y eres
capaz de encontrar el ánimo y la fe, para seguir adelante, bajo la increíble luz mediterránea.

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