Autora: María López Sánchez (Profesora en San Vicente del Raspeig)
Estamos viviendo una situación realmente difícil, para los nacidos en democracia probablemente la que más, y parece que todo el mundo, sin excepción, es consciente de ello.
Entre todo el bombardeo de información que recibimos estos días a través de diversos medios, quisiera resaltar las noticias relacionadas con la educación, puesto que, sin excepción también, todos los expertos en educación han coincidido en la importancia de priorizar el bienestar emocional de los niños durante el confinamiento, por encima de los contenidos puramente académicos.
Sin embargo, y a pesar de que dicha importancia está más que avalada científicamente y apoyada en las más diversas teorías educativas, sigo escuchando a demasiados padres y madres, quejarse de la cantidad de trabajo que están recibiendo por parte de los centros educativos y el estrés añadido que está produciendo en los hogares.
También sigo percibiendo excesiva preocupación por los próximos cursos y evaluaciones y muy poca por los problemas presentes y reales de los niños durante el confinamiento. Soy maestra, y como tal, estoy segura de que es justo en este momento cuando pueden aprender de verdad valores importantes como la solidaridad, la empatía, o desarrollar la inteligencia emocional, la creatividad, el autoconocimiento. Esta clase de contenidos que se encuentran en el currículum que tanto preocupa y que, una vez más coinciden expertos, son prioritarios para el desarrollo.
Bajo mi punto de vista, debemos aprovechar la oportunidad y dejar al margen los contenidos clásicos o las próximas evaluaciones. Sirvan estas líneas pues, para hacer un nuevo llamamiento a la reflexión sobre la educación y para expresar mi preocupación y apoyo a la infancia en estos momentos.