Responsabilidad

José Enrique Bernabeu Pérez nos hace llegar este artículo de opinión:

Hoy desde nuestro Gobierno, desde la clase política en general, se nos pide responsabilidad. Los “Expertos” nos hablan de responsabilidad. Y bien está que lo hagan ante la imprudencia de una minoría  que, haciendo caso omiso a recomendaciones sanitarias, actúa como si el Covid-19 y sus efectos formaran parte del pasado.

Así vemos a no pocos ciudadanos que ocupan terrazas y lugares de ocio sin que la recomendable distancia social así como el uso de mascarillas, sean para ellos motivo de preocupación. Transeúntes para quienes esas mascarillas se convierten en adorno. Jóvenes y no tan jóvenes que obviando el riesgo que corren ellos y su entorno más intimo, se sumergen de forma temeraria en masivos botellones y fiestas privadas. En almuerzos y cenas multitudinarias. Jóvenes y no tan jóvenes que burlando recomendaciones, se lanzan a las carreteras en busca de playas y segundas residencias u  organizan eventos deportivos sin precaución alguna. Empresarios que en su ansia  de recuperar el tiempo y dinero perdidos, minimizan lo exigible y exigido.      

Hoy los brotes o rebrotes son una realidad. Hoy los focos de infectados salpican el mapa de las autonomías. El fin del estado de alarma unido al periodo estival, han traído consigo un peligroso relajo en parte de una ciudadanía que tras el confinamiento vivido, no tiene entre sus planes el negarse nada de lo que un verano pueda representar para ellos, ni la vida que acostumbraban.

Mas hoy se exige una necesaria y natural responsabilidad a una ciudadanía a la que ayer, interesadamente, se le hurtaron féretros y duelos. Se le entretuvo con aplausos, balcones, canciones y comedias, mientras se ocultaba lo que en realidad sucedía en las UCIS. A la que se le ocultaron manifestaciones de sanitarios y familiares. A una ciudadanía a la que tras un mar de contradicciones, fuente de un sin fin de dudas, se le dijo irresponsablemente que el virus había sido vencido.

Pues sí, hoy a esa ciudadanía se le exige responsabilidad. Y curiosamente, le es exigida por parte de aquellos que no en pocas ocasiones carecieron de ella.

Falta de responsabilidad  de quienes mintieron acerca del virus, de la lejanía en su procedencia y de su incidencia sobre la población. Falta de responsabilidad de quienes ignoraron una y otra vez las advertencias de la OMS. De quienes antepusieron ideología a salud. De quienes fracasaron en la gestión y compra del apremiante material de protección. De quienes mintieron sobre el no recomendable uso de mascarillas. De quienes mintieron sobre la baja transmisión entre niños y jóvenes. De quienes mintieron y siguen mintiendo sobre el numero de fallecidos. De quienes ocultaron imágenes que dieran la verdadera dimensión de la tragedia. De quienes haciendo caso omiso de las preceptivas cuarentenas, acudían a consejos de ministros, ruedas de prensa  y programas de televisión. Falta de responsabilidad de quienes vendían que la independencia era la mejor vacuna para combatir el virus.

Un virus que sigue entre nosotros y seguirá entre nosotros hasta que un fármaco o vacuna aleje de nuestras vidas. Y hasta que ello se produzca, depende de nosotros, de todos y cada uno de nosotros que su impacto sea el menor posible. De cada uno y de todos, pues de esta responsabilidad que hoy se nos exige, no pueden  quedar exentos quienes la reclaman. Aquellos que tienen el deber de velar por la seguridad y salud de  todos.

Por ello urge legislar una norma común que de cobertura legal a las  Comunidades a las que se les ha traspasado la solución del problema. Que les permita actuar y sancionar sin incertidumbre alguna. Urge potenciar la atención primaria y la presencia de personal sanitario en los centros educativos. Urge incrementar el número de rastreadores y PCRS, así como el número de camas hospitalarias. Urge la adquisición y almacenamiento de abundante material para la protección de sanitarios y resto de ciudadanos. Urge evitar, con la adopción de protocolos eficaces, que puertos y aeropuertos se conviertan en un coladero de infectados. Y urge el que no se siga mintiendo. Que la información sobre el virus y su gravedad sea, en tiempo y forma, transparente. No más inexistentes consejos de expertos.

De esta suerte, tal vez  podamos evitar el volver a ser el País con más infectados y muertos por número de habitantes. Tal vez así podamos evitar el volver a la tragedia vivida. Tragedia cuyas consecuencias se hacen cada vez más ostensibles.

Aprendamos todos de los errores cometidos. España no puede permitirse otro estado de alarma.

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