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Loquillo y Gabriel Sopeña llenan de poesía el Puerto de Alicante

Le tocaba la noche del domingo 9 de agosto a uno de los grandes de la historia de la música en España subir al escenario de las “Noches Mediterráneas” del puerto de Alicante.

Loquillo lleva desde 1980 siendo titular indiscutible, y llevando la bandera del Rock’n Roll por donde quiera que va.

Sin embargo, esta vez no se trataba de eso. “Esto no es un concierto de Rock’n Roll”, decía.

Llegó Loquillo a Alicant con la gira “La Vida Por Delante”, junto a su amigo Gabriel Sopeña, donde ponen música a los versos de distintos poetas contemporáneos, tras tener que suspender la gira de presentación de su último disco “El Último Clásico”.

Salían Loquillo y Sopeña juntos al escenario, presentándose con respeto al público, sin pronunciar palabra, y rápidamente pasaron a la acción; apareció la banda y comenzó la magia.

Empezaban el concierto con “Balmoral”, tema que daba nombre a uno de los primeros discos de El Loco en solitario, ya sin Los Trogloditas, quizás por aquello de empezar por el principio.

A continuación sonaron los poemas de autores como Bernardo Atxaga, Mario Benedetti, Manuel Vázquez Montalbán, Jaime Gil de Biedma, así como el habitual Luis Alberto de Cuenca, o el propio Gabriel Sopeña, transformados en canciones como “La vida que yo veo”, “Transgresiones”, “Cuando pienso en los viejos amigos”, “Inútil escrutar tan alto cielo”, “La vida es de los que arriesgan”, “Apuesta por el rock’n roll”, “El hombre de Negro”, “Antes de la lluvia”, entre otras.

Una tras otra se fueron sucediendo las 24 canciones de un extenso repertorio que, por lo delicado del espectáculo, supo a poco entre un público de todas las edades entregado a la sensibilidad de la poesía que transportada por la música conseguía remover las emociones.

Los temas fueron escrupulosamente presentados con el título y el autor de cada uno de los poemas.

Gabriel Sopeña tocaba dos canciones junto con la banda, pero sin la compañía de Loquillo.

Cuando llegó el turno de “Un acto de fe”, invitaban al Presidente del Gobierno a asistir a uno de sus conciertos, apelando así su apoyo a la cultura.

Así mismo, antes de interpretar “Cantores” reivindicaban la defensa de la música y de todos los que en ella participaban, incluidos los técnicos.

Cuando llegó “Brillar y Brillar” el Loco sorprendía a Sopeña, le felicitaba por cumplir años ese mismo día, y a modo jocoso dijo permitirle hacer la versión larga de la canción, sólo por ese día. Algo más en serio, afirmaba Loquillo que conoció a Sopeña en una época “distraída”, pero tuvo claro que tras conocerle su vida iba a cambiar.

Tuvieron tiempo de recordar a Mauricio Aznar, compañero de Sopeña en el grupo Más Birras, tocando “Cass”, la chica más guapa de la ciudad, que interpretaron con una guitarra del propio Mauricio.

También recordaron a Luis Eduardo Aute, interpretando “De tripas corazón” y a Ovidi Monllor, a la memoria del que dedicaron “La mala reputación” de Georges Brassens, y que ya se incluía en el repertorio de Loquillo y Los Trogloditas.

Avanzaba la noche y el espectáculo llegaba a su fin, pero antes había tiempo de tocar “Con Elegancia”, un tema  inédito de Jacques Brel que nunca llegó a grabar, pero que Gabriel Sopeña recuperó tras hablar con su viuda para realizar la versión en castellano.

La función finalizaba con “John Milner”, que para Loquillo en realidad era el príncipe de los rockeros de la ciudad.

Un espectáculo de alto nivel, el planteado por Loquillo y Gabriel Sopeña, sobrio en su presentación, con todos los músicos vestidos de negro, con elegancia, y con una banda a la altura.

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