Cáritas Interparroquial multiplica su lado solidario durante la pandemia

La crisis sanitaria que estamos viviendo está dejando momentos muy duros, pero también está desarrollando el lado más solidario de muchas personas. Es el caso de entidades benéficas como Cáritas, que ya venían realizando un gran trabajo pero que desde el estallido de la pandemia han multiplicado esfuerzos para llegar a los más necesitados.

En San Vicente, Cáritas Interparroquial se divide en tres vértices (tres parroquias) y en este caso vamos a centrarnos en el trabajo que realizan las voluntarias de la Iglesia del Barrio Santa Isabel.  Mª Teresa Gisbert es la responsable, pero todas son una piña y luchan por igual con un objetivo común: mejorar la vida de las personas más desfavorecidas. “Estamos viviendo momentos muy duros porque se ha triplicado el número de familias a las que tenemos que atender”, comentan las voluntarias, que han pasado de ayudar a cinco núcleos familiares a ocuparse de más de una veintena de casos.

El Ayuntamiento, que en muchos casos se ha visto desbordado a la hora de realizar atenciones sociales, ha derivado algunos a través de Tori, la trabajadora Social de Cáritas. “Por un lado hacemos una labor telemática enfocada a la orientación laboral. También hay una atención telefónica y otra presencial”, explica Mª Teresa.

Ha sido una labor de implicación común, que ha permitido abastecer a las personas sin recursos en los momentos más crudos de la pandemia. “El sacerdote Daniel de la Parroquia de la Inmaculada se ha volcado”, señalan, recordando con orgullo como consiguieron un plato de comida caliente diario que se repartió en el Barrio. “Todos nos hemos puesto las pilas para poder dar ayudas de alquiler y dar consuelo a inmigrantes que no tienen acceso ni a la Renta Valenciana ni al Ingreso Mínimo”.

Lo que más les ha llamado la atención es “el tipo de gente que ha necesitado ayuda, trabajadores que de repente se han quedado sin empleo o sin cobrar el ERTE”, comparando las consecuencias con “la época en la que estalló la crisis del ladrillo”.

Ingreso Mínimo Vital

Una vez pasado el peor momento de la crisis no se relajan. Siguen trabajando incansablemente con la mente puesta en ser el salvavidas de mucha gente hasta que se empiece a cobrar el Ingreso Mínimo Vital. “Muchos no saben cuando recibirán la ayuda y les han pedido que tengan paciencia, por eso nuestra misión es ayudarles en este impás de espera”, señalan.

“Lo mejor de esta situación es que saca el lado más positivo de las personas”, coinciden. Incluso hablan de una donación anónima que les ha ayudado a aguantar el tirón en los momentos más difíciles y realizar ayudas a otros niveles. Muchas veces no reconocemos el esfuerzo solidario y desinteresado de estas personas y entidades que merecen como mínimo un reconocimiento que de valor a su implicación con los más necesitados.

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