José Enrique Bernabeu Pérez nos envía un nuevo artículo de opinión:

Terminó la cumbre europea. Importante cumbre donde, tras 96 horas de negociaciones, se logró la aprobación de un plan anticrisis que algunos han calificado como histórico. Un plan que supondrá la distribución de 750.000 millones de euros entre sus Estados miembro, a fin de mitigar el golpe que para sus economías está representando la pandemia que venimos padeciendo.
Terminada la cumbre y ya de vuelta, nuestro Presidente nos habla de sentirse orgulloso con su gestión y de la consecución de 140.000 millones para España. Millones cuya distribución ya se ha arrogado personalmente. Así, poniendo en valor el trabajo realizado, nos cuenta, con su petulancia habitual, las arduas negociaciones mantenidas con los lideres de distintos Países, mientras deja en un cajón lo que estos le espetaron. Valiéndose de medios de comunicación afines, nos habla de logros y compromisos, e intenta vender un discurso que solo adictos y visitantes del pesebre pueden comprar. Los mismos que previo adulador pasillo “monclovita” le reciben en cerrado aplauso. Aplauso recogido por las cámaras de TVE que “casualmente” se encontraban allí. Cerrado aplauso de un grupo parlamentario que, incumpliendo el acuerdo adoptado en cuanto al número de diputados presentes, y saltándose con ello la recomendación de distancia social exigida al resto de ciudadanos, le aclama a su entrada en el hemiciclo cual Cesar conquistador de la Galia. Aplausos que no obstante no pueden esconder el papel secundario de nuestro Presidente.
Un Presidente carente de todo crédito en Europa. Incluso entre los miembros de la llamada Socialdemocracia. Un Presidente que se presentó a la cumbre europea sin un plan que no fuera conseguir el máximo de dinero, lo cual está bien, pero sin costo alguno y sin condicionantes, lo cual sigue estando bien pero inasumible para quienes tienen que dar ese dinero y rendir cuentas más tarde a sus ciudadanos.
Así, de conmovedora puede calificarse la imagen de un cabizbajo y deambulante Presidente en su intento de sumarse a los que, en grupo, realmente tomaban decisiones en busca de un acuerdo satisfactorio para todos. Acuerdos finalmente alcanzados por la presión ejercida sobre el resto por la Sra. Merkel y el Sr. Macron, pertenecientes ambos, curiosamente, a ese grupo de demonios de la derechona que, conscientes de lo que había en juego y lo que sus economías representan para Europa y sus intereses, no podían, máxime después de la salida del Reino Unido, dejar a su suerte a Paises como España e Italia. De ahí, las maratonianas jornadas y las agotadoras reuniones impuestas hasta conseguir vencer los recelos de aquellos Países llamados “frugales”
Recelos fundados en la realidad de lo que acontece en España, y que embajadas y corresponsales se encargan de transmitir a sus Países y empresas de comunicación.
Recelos a la hora de dar dinero a un País cuyo Presidente miente hasta la saciedad. A un País en cuyo gobierno, figura, en pleno siglo XXI, lo más rancio del Comunismo. Donde su Vicepresidente, confeso admirador de regímenes bolivarianos, no hace mucho se mostraba contrario a Europa y lo que su Unión representa. Recelos para con un País miembro de esa “Unión” cuyo Gobierno mira para otro lado ante los movimientos nacionalistas que germinan en su territorio, y a los que incluso da alas en sus intentos secesionistas. Que blanquea partidos filoterroristas y hasta pacta con ellos gobiernos autonómicos y políticas de Estado como la abolición de la Reforma Laboral vigente. Una reforma que es exigida por Europa incluso en términos más duros. Recelos para con un País endeudado hasta las cejas y lastrado por una enorme burocracia donde crecen como hongos los ministerios, las direcciones generales, las secretarías y donde el número de funcionarios duplica y hasta triplica el de Países con el doble de población. Recelos hacia un País con antecedentes en el derroche y malversación de dineros europeos. Donde el fraude y la cultura de la comisión, el cohecho y el nepotismo, están profundamente arraigados en buena parte de su clase política. Recelos hacia un País cuyo Gobierno permite, saltándose acuerdos europeos, la entrada en su suelo de la número dos del régimen de Maduro. Recelos hacia un País cuyo Gobierno pone en duda hasta sus propias instituciones, y muestra una alarmante laxitud legislativa para con quienes atacan la propiedad privada. Y recelos hacía un País de nefasta gestión para con una pandemia que lo pone de nuevo a la cabeza del número de infectados en Europa, y lo lleva a ser vetado por un gran número de Países.
Europa nos lanza un salvavidas con el que España tiene que mantenerse a flote. Y ese salvavidas al que algunos llaman rescate encubierto, encierra, como no podía ser de otro modo, condiciones que algunos medios de comunicación vienen a recoger. Condiciones entre las que cabría destacar; la presentación de un plan nacional de recuperación basado en recomendaciones hechas por Bruselas, control de la deuda y el deficit por tanto austeridad en el gasto público, no a la derogación de la reforma laboral, plan de sostenibilidad para el sistema de pensiones, subida del IVA, unidad de mercado, e inversión y mejora de recursos y condiciones laborales en sanidad.
España ya tiene su trozo del pastel Europeo, lo cual no deja de ser importante, vital incluso. Como lo es el cumplimiento de los condicionantes para que la entrada del dinero asignado en las exhaustas arcas del Estado, (72.700 en transferencias directas y el resto en prestamos), sea lo más pronto posible.
Dura tarea pues se le presenta a nuestro Gobierno que tendrá que abandonar alguno de sus planes si quiere el beneplácito de Bruselas. Mas mientras esto sucede y algunos siguen aplaudiendo, aparecen datos que nos indican que España está a la cola de Europa en indices de recuperación económica tan solo por delante de Eslovenia y Eslovaquia. Que en el segundo trimestre del año el PIB bajó un 18,5% y se destruyeron más de un millón de empleos. Que el Turismo Extranjero, en el pasado mes de Junio y en comparación con el mismo mes del año anterior, bajó un 97,7% y los ingresos a percibir por este concepto un 98,6%. Estos son datos, demoledores datos, pero si quieren que aplaudamos …