La fiebre ‘okupa’ no sólo afecta a viviendas, también a locales comerciales. En San Vicente hemos vivido esta semana una desocupación forzosa, que puede ser la nueva maniobra de los afectados para recuperar una propiedad que ha sido usurpada.
Juan y su familia tenían un local comercial en la Calle Agost. En septiembre de 2019 lo alquilaron a un hombre, que sólo pagó durante los tres primeros meses la cifra acordada de alquiler.
A partir de Enero de 2020, el inquilino dejó de cumplir con los pagos, lo que deterioró la relación entre las partes, hasta el punto que Juan declara haber sufrido amenazas: “un día se presentó con un pitón de la moto y amenazó con agredirme”, asegura. El asunto se llevó a los tribunales y una sentencia emitida en Febrero obligaba al ‘moroso’ a abandonar el local con fecha 19 de septiembre, es decir, con todavía muchos meses por delante.
El confinamiento no hizo más que empeorar las cosas, ya que según relata Juan, este inquilino “incumplió reiteradamente las normas, obligándome a llamar a las fuerzas de seguridad, que se presentaban algunas veces pasados unos días”. Desesperado, Juan contactó con la empresa MMM Desokupación, que se encarga de solucionar este tipo de problemas.
El pasado lunes 17 de agosto, se presentaron en el local de la Calle Agost, forzando al inquilino a una ‘desocupación voluntaria’ (que no fue tal), sin tener que esperar a que llegue el 19 de septiembre, cuando debía irse según notificación legal. “Decidimos hacer esto para evitar que causara destrozos y se llevara el mobiliario antes de irse”, explica Juan.
El okupa llegó a atrincherarse en el interior del local exigiendo una compensación al propietario por abandonarlo, cuando desde enero acumula una deuda que puede superar los 5 mil euros. El mundo al revés.