Las alforjas

José Enrique Bernabeu Pérez nos envía un artículo de opinión:

Tiene sin duda el PP un problema con la puesta en escena del denominado caso Kitchen. Caso  por el que el Sr. Fernández Díaz, otrora Ministro del Interior en el Gobierno del Sr. Rajoy, es imputado por malversación de fondos públicos. Grave problema sin duda pues las investigaciones realizadas así como las declaraciones efectuadas por su resentido numero dos Francisco Martinez, apuntan a que el Sr. Fernández, “presuntamente”, encargó y financió con fondos reservados de su ministerio, el “presunto” espionaje al tesorero del partido Sr. Bárcenas. Y ello con el fin, “presuntamente,” de recuperar papeles, agenda y otra documentación, que pudieran afectar al partido y a sus dirigentes por irregularidades en su financiación y contabilidad. Grave problema sin duda, pues la izquierda política y mediática de este País ha olido la sangre, y saltándose la presunción de inocencia que tanto demandan para sí,  ya han dictado su veredicto. Un veredicto de culpabilidad que lleve al cadalso de la opinión pública al Partido Popular, a sus antiguos dirigentes y a su actual Presidente Sr. Casado.

Es innegable que el caso en cuestión debe ser juzgado y aclarado. Como es innegable que el P.P tiene sobre sí, el estigma del caso Gurtel y otras corruptelas que  enriquecieron a corruptos personajes y mancharon su imagen. Corrupción que pagó en las urnas y en una moción de censura que le apartó del poder. Estigma que quedará en su currículum y que será traído una y otra vez a conveniencia de parte. Mas resulta curioso que sea la izquierda en general y más concretamente el PSOE, quien se convierta en el Torquemada que juzga, condena y manda a la hoguera, investido de una autoproclamada superioridad moral que muchos, conocedores del peso de las alforjas socialistas, se niegan a conceder y aceptar.

Ahora  que tanto se habla de “memoria”, todavía queda en la de muchos ciudadanos el caso Flick. Caso que desembocó en una comisión parlamentaria a fin de investigar, en tiempos de Felipe González, la recepción por parte del PSOE de un millón de marcos provenientes de los servicios secretos alemanes. Recepción que aunque admitida por los implicados, en nada se sustanció  al producirse un año antes de que se prohibiera a los partidos españoles recibir donaciones extranjeras. Como queda en la memoria de esos mismos ciudadanos el caso Filesa. Caso donde quedó acreditada la financiación irregular del PSOE y por lo que tres cargos y excargos socialistas fueron condenados. O  por qué no hablar del caso de los GAL, grupos financiados con fondos reservados de Interior y que llevó a la cárcel al Ministro Barrionuevo y a su secretario de Estado Sr. Vera. O del caso del Sr. Roldán, director de la Guardia Civil juzgado y condenado, entre otros cargos, por disponer de fondos reservados y cobro de comisiones para su enriquecimiento personal y fiestas varias. 

Y que decir del más reciente caso de los ERE de Andalucía. Caso donde la junta socialista fue acusada del desvío, sin control alguno, de millones de euros para empresas, amigos y afines al partido. Caso por el que los Presidentes Griñán y Chaves fueros condenados a seis años de cárcel y 15 de inhabilitación  el primero, y a 9 de inhabilitación el segundo. O sin salirnos de Andalucia el caso de su sindicato UGT, donde su cúpula fue encausada por financiarse, de forma irregular mediante el desvío de subvenciones concedidas por la Junta, por más de 40 millones. O el caso de la empresa de energía fotovoltaica ISOFOTON, receptora de ayudas públicas por importe de 80,5 millones de euros, y en curso de investigación por la “presunta” no utilización de los cauces correctos en su adjudicación, y la “presunta” prevaricación, malversación y falsedad documental tras su otorgamiento. Casos todos ellos que, recogidos en distintos medios de comunicación, figuran y figurarán en el Currículum del Partido Socialista y en la memoria del ciudadano que  quiera y se esfuerce por recordar.

Y mientras unos y otros se miran con el fin de atisbar la viga en el ojo ajeno, al ciudadano se le ofrece un espectáculo lamentable.

Igualmente conviene, por aquello de la “memoria,” recordar algunos de los casos en que se han visto envueltos miembros de “la nueva casta”. Casos de cobros de becas por trabajos donde la inasistencia al puesto era la norma. De fraude a la Seguridad Social por empleados no declarados. De ingresos por trabajos para regímenes bolivarianos ocultados al fisco. O el más reciente caso “DINA”, donde el Sr. Iglesias es investigado por la “presunta”comisión de delitos, al acceder, “presuntamente,” al contenido íntimo y personal de su exasesora. Caso en el que todo ciertamente está por aclarar y donde el Sr. Iglesias baila entre perjudicado e imputado. Caso del que también se desprenden las declaraciones del exmiembro del equipo jurídico de Podemos Sr. Calvente, por las que el juez es informado de “presuntos” movimientos irregulares en las cuentas, de “presuntos” sobresueldos injustificados, y del montaje urdido por el partido morado, en el citado caso y en su opinión, para la obtención de réditos políticos. Así como la investigación sobre el destino de fondos de su campaña electoral de 2019, tras la alerta del Tribunal de Cuentas por indicios de falsedad en documento mercantil y electoral (Caso Neurona) 

Convendría por ello que antes de calificar como corrupto al adversario, los partidos miraran en el interior de sus alforjas para ver las inmundicias que en ellas guardan. Inmundicias que se sacan interesadamente a pasear y son la excusa para la creación de comisiones parlamentarias cuyo fin no está tanto en obtener la verdad como en desacreditar al contrario. Comisiones siempre abiertas o negadas a beneficio de parte. 

Y mientras unos y otros se miran con el fin de atisbar la viga en el ojo ajeno, al ciudadano se le ofrece un espectáculo lamentable. Un ciudadano harto de la nueva política y de su clase, de su zafiedad y su estulticia. Harto de palabras grandilocuentes y propaganda barata. Harto de la violencia verbal y física que se adueña de las calles. Harto del lenguaje tabernario y chulesco de quienes dicen ser los representantes del pueblo. Harto de como ante la mayor crisis sanitaria de la historia en nuestro País, nuestro Gobierno, tras mentir hasta la saciedad, sigue actuando con criterios políticos y no sanitarios. De como ese mismo Gobierno se lanza a hablar de una Ley de Eutanasia en plena oleada de muertos que no sabe ni quiere cuantificar.

Un ciudadano sumido en la pesadumbre de un prolongado paro o de un ERTE sin resolver. Sumido en la incertidumbre por las prometidas ayudas que no llegan. Sumido en la zozobra ante la posibilidad de no reabrir su empresa o negocio. Sumido en la desazón por si la cola que deberá guardar será la del supermercado o la de Cáritas. Un ciudadano al que mientras le hablan de las bondades de la nueva República y de la ley de Memoria Democrática, se pregunta, entre perplejo e indignado, si de verdad alguien puede pensar que ellas serán la solución a sus problemas.

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