Cruz Roja se ha consolidado en Sant Joan como un pilar fundamental en lo que a labor solidaria se refiere. Día tras día trabajan incansablemente para que los más desfavorecidos encuentren un poco de esperanza entre tanta oscuridad. En plena pandemia, nos cuentan cómo ha cambiado su trabajo y sus perfiles de usuarios, en una realidad que nunca esperábamos afrontar.
Fernando Martínez es el presidente de Cruz Roja en Sant Joan, mientras Elena López actúa como directora técnica y también desempeña labores de Trabajo Social. Junto a ellos, el equipo directivo lo conforman los vicepresidentes Rafa Olivares, Nefissa Tadja y Miguel García. Aunque los que realmente hacen posible que la maquinaria funcione son los cerca de 800 socios que han convertido a la agrupación en la primera asamblea de Cruz Roja a nivel nacional que ha sido reconocida como tal. Nacieron en 2013 y desde entonces no han dejado de crecer a base de trabajo, esfuerzo y sacrificio.
“Pasamos de 110 a 600 usuarios atendidos, con la diferencia de que se trataba de familias muy normalizadas que nunca habían tenido que recurrir a este tipo de ayuda”
Se dedican principalmente a ofrecer necesidades básicas a aquellas personas que las necesitan. Pero con el tiempo han logrado implementar un servicio integral que incluye programas de empleo, programas de éxito escolar, programas de atención a víctimas de Violencia de Género, atención a personas sin hogar, talleres de primeros auxilios, teleasistencia, etc..
Pandemia
La pandemia cambió de repente todos los mecanismos de trabajo. Los voluntarios encuadrados como perfil de riesgo permanecieron en casa, quedando en el resto la responsabilidad de afrontar una situación tan delicada y sin precedentes. “Recibimos una oleada de solidaridad”, recalca Elena López, a pesar que se multiplicó el nº de usuarios a los que tenían que atender. “Pasamos de 110 a 600, con la diferencia de que se trataba de familias muy normalizadas que nunca habían tenido que recurrir a este tipo de ayuda”.
“Nos hemos sentido nietos y nietas de los abuelitos del pueblo”
También dirigieron muchos esfuerzos hacia la población anciana, realizando la compra y apoyándoles en lo que necesitaran. “Nos hemos sentido nietos y nietas de los abuelitos del pueblo”, explica la directora técnica de Cruz Roja. Tuvieron que aumentar las provisiones, comprando 12 mil kilos de alimentos “cuando normalmente nos basta con las donaciones solidarias”, añade Fernando Martínez.
Por suerte, todo el entorno se volcó, con campañas globales que permitieron que a nadie le faltara un plato que llevarse a la boca. También prestaron 30 tablets a las familias más vulnerables, en tiempos donde la educación online se volvió indispensable.
En estas últimas semanas, el trabajo se enfoca en la recuperación económica y el ingreso de ayudas, especialmente orientando a los usuarios sobre la Renta Mínima. Para seguir mirando con optimismo el futuro, necesitan más implicación de la gente joven, que es a la que más le cuesta hacerse socia.
Para seguir mirando con optimismo el futuro, necesitan más implicación de la gente joven, que es a la que más le cuesta hacerse socia
El trabajo en Cruz Roja es estresante, pero en muchas ocasiones también es gratificante. Por ejemplo, en el caso de un vecino del pueblo que en cuanto ingresó su renta mínima les llevó un ramo de flores en agradecimiento por su ayuda en los momentos más duros.
La pandemia ha puesto el mundo patas arriba. Personas que en su día fueron socios y realizaron aportaciones ahora están del otro lado y son ellas las que necesitan ayuda. La vida puede cambiar de repente y romper con lo establecido, pero entidades como Cruz Roja siempre estarán a pie del cañón dándonos a todos un poquito de esperanza.
Si quieres hacerte socio, acude a la Calle del Mercat, en la Casa de Asociaciones, e infórmate de todo.