Pandemia y gobierno

 José Enrique Bernabeu Pérez nos envía este artículo:

Va para un año que la palabra Pandemia se introdujo en nuestro común vocabulario para llenar nuestras vidas de zozobra, dolor y luto. Una Pandemia que nos ha obligado a cambiar hábitos cercenando con ello ilusiones y proyectos laborales y sociales. Proyectos de vida en definitiva. Una Pandemia que ha puesto ante nuestros ojos la grandeza y la miseria del ser humano. La responsabilidad, la solidaridad y la abnegación de unos frente a la irresponsabilidad, el negacionismo, el oportunismo y  los abusos de otros.

La Pandemia que a nivel mundial estamos padeciendo, se nos presenta como algo desconocido, difícil de atajar. Algo que pone a prueba la capacidad de investigadores, laboratorios y farmacéuticas, así como el sistema sanitario de cada País. No sería por tanto honesto, al tiempo que faltar a la verdad, culpar a nuestro Gobierno de la aparición entre nosotros de esta peste del siglo XXI. Mas su pésima gestión de la misma es incuestionable al tiempo que criticable. Una gestión  preñada de negaciones, mentiras, opacidad y postureo. Una Gestión enfocada a la obtención de  rédito político  y no a paliar y sofocar, de forma efectiva y contundente, la crisis sanitaria y social en la que el ciudadano se ve inmerso.

Una ciudadano envuelto en la incertidumbre de salvar empresas y negocios. Abrumado por la merma de sus ingresos y por la lentitud o falta de ayudas. Ayudas ofrecidas en forma de préstamos o avales y no como ayudas directas al igual que en otros Países de nuestro entorno. Angustiado por la resolución de los ERTES en los que se ve inmerso. Un ciudadano empujado a formar parte de las colas del hambre. Que ve como los organismos nacionales e internacionales nos colocan a la cola de la recuperación económica, echando por tierra las previsiones gubernamentales. Que ve como el paro se aproxima a los 4 millones y creciendo. Que temeroso escucha las voces que hablan de una subida de impuestos. Que ante ello, ve como la clase política se blinda ante ERTES o bajada de sueldos. Que ve como su Gobierno,cargado de ideología y populismo, está más interesado en mantener sillones y moquetas, como en primar su propio bien y no el del resto de ciudadanos.

Un Gobierno que en su proyecto político, no tiene empacho alguno en aceptar pactos y votos con los que dijo que nunca pactaría. Un Gobierno para el que no existen lineas rojas. Que se presta a acercar, por pura estrategia, presos etarras a cárceles vascas. Que por un puñado de votos vuelve a  la mesa de negociación con los autores de un golpe de Estado. Que se presta al cambio del código penal y al indulto para sus autores. Que escuchando las voces llegadas desde Cataluña, ejemplo de despilfarro identitario y a las que se suman por cierto  las de otras Comunidades, acusa a Madrid de Dumping financiero e insta a esta Comunidad, en la que no gobierna, a que armonice su política fiscal procediendo a una subida de impuestos que graven el bolsillo de los madrileños. Armonización que podría plantearse con el cupo vasco y el régimen foral navarro ejemplo de insolidaridad y desigualdad con otras regiones de nuestro País. Como podría plantearse una armonización electoral que ningún Gobierno, hasta ahora, se ha planteado. Acabando de una vez con el privilegio que supone el voto catalán y vasco, por el que, solo con los obtenidos en su Región, vienen condicionando la política de una España en la que no creen y a la que, día tras día, muestran su deslealtad y animadversión.

Un Gobierno que aprovecha los estados de alarma y las restricciones que la Pandemia le brinda, para proliferar en el decreto. Para favorecer y permitir la ocupación de lo privado y las afrentas a instituciones, símbolos y personas. Para aprobar, junto a sus interesados socios, una ley de Eutanasía y una ley de Educación sin consenso alguno y sin escuchar a constitucionalistas, expertos, médicos, padres o educadores. Para tras hacer suya la Fiscalia General del Estado, controlar el poder judicial. Un control que le permita salir de rositas de los turbios asuntos en los que se ve envuelto, al tiempo que perseguir con ahínco  los de la oposición. 

Un Gobierno que utiliza el CIS en su beneficio. Que tras prometer Transparencia, se niega a dar información sobre viajes y vacaciones presidenciales así como sobre contratos e informes que desdicen sus aseveraciones, cuestionan sus planes de recuperación o el reparto de los fondos europeos. Un Gobierno que vuelve a la ley de memoria histórica, ahora democrática, para  de nuevo introducir entre la ciudadanía, el revanchismo, el odio y la división. Que exhuma a Franco y expropia el Pazo de la familia, aduciendo, falsa y torticeramente, recoger el clamor popular. Un Gobierno inmerso en un nepotismo más que censurable. Que mantiene ministerios innecesarios mientras engorda, con cargo a las arcas del Estado, el número de asesores, directores y jefes de negociado. Alguno de ellos de nula capacidad e incluso con funciones ajenas al cargo para el que fue nombrado.   

Un Gobierno que en su gestión de la Pandemia, ya nos mintió hasta la saciedad asegurándonos por boca de su Presidente, ahí están las hemerotecas para incrédulos, que habíamos derrotado al virus al tiempo que nos animaba a volver a lo acostumbrado. Un Gobierno que tras el fiasco de aquellas palabras, reincide en la mentira. Que ignorando las indicaciones de expertos y de quienes están en primera linea ante el virus, realiza, con la pompa y boato habituales en el Presidente, promesas que, hoy por hoy, no está en su mano cumplir.

Un Gobierno que se dedica a comentar la Pandemia pero elude combatirla. Que nos habla de cogobernanza y traspasa su responsabilidad a ciudadanos y Comunidades, dejando en manos de éstas y de aquellos, la gestión de la Pandemia así como sus fracasos. Pues los éxitos ya se encargará el Gobierno de adjudicarselos y darlos a conocer en otra de las interminables y grandilocuentes  apariciones de nuestro Presidente.

Un Gobierno que, en plena tercera ola de la Pandemia y en claro ejemplo de lo que para él es prioritario, envía al titular de Sanidad Sr. Illa  a ganar las elecciones catalanas, istrumentalizando  para ello los resortes y medios del Estado. Un Sr. Illa a quien nuestro Presidente pondera en demasía augurándole una labor fascinante. Un nada creíble Sr. Illa que ya fascinado pero al parecer no acongojado por los inasumibles registros de contagiados y fallecidos, entrega la cartera a su sucesora con un “vas a disfrutar”. …. sin duda se trata de un filósofo.

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