Opinión

Nuria Bordes Oliva

Este año, a parte de la pandemia mundial que estamos viviendo a consecuencia de la COVID-19, la pandemia del machismo también nos está azotando con más fuerza.
Me entristece que se nos culpe de algo que era inevitable a nivel mundial.
El 8M del año pasado, no solo hubieron manifestaciones feministas. Hubieron más actos multitudinarios de diferente índole y no voy a entrar a profundizar más.
¡A buen entendedor/a pocas palabras bastan!
Me repugna la doble vara de medir que tienen algunos y algunas.
El 8M, quédate en casa, pero si días antes o después salen otros colectivos  a la calle a manifestarse, no pasa nada.
Me da rabia que compañeras digan que no las representamos.
A pesar de todo, siempre estaremos si lo necesitan.
Es una lucha conjunta ya que las desigualdades siguen siendo reales, la violencia machista sigue existiendo al igual que las personas que niegan esta lacra.
Durante el confinamiento, ¿cuántas mujeres han tenido que vivir entre cuatro paredes con su agresor? ¿Cuántas han sido despedidas sin poder reclamar nada?
¿Cuántas niñas han sufrido abusos en sus casas? ¡En ese lugar que se supone que es donde más seguras están!
¿Cuántas han tenido que trabajar mucho más y por mucho menos?
¡Dar gracias de estos hechos al patriarcado!
¿Sabéis lo que es el feminismo?
¡La base es esa! No lo queréis saber ya que invisibles y sumisas nos queréis tener.
Si yo me quiero manifestar cumpliendo con la normativa vigente que hay, estoy en mi pleno derecho y no se me puede criminalizar como se está haciendo en muchas Redes Sociales.
Se nos tacha de brujas, de locas, de rebeldes entre otros adjetivos.
Todo esto, me recuerda a la caza de brujas de la Edad Media en pleno siglo XXI por «practicar» feminismo.
¡Ya no nos podéis callar!

«No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas»