Pascual Andrés Tévar nos envía un nuevo artículo:

Esta pandemia en las que estamos metidos desde aquel 14 de marzo de 2020, no nos permite, ser del todo nosotros mismos, ni siquiera para acabar una conversación, porque se interrumpe inconscientemente, con las dudas que nos absorben, sin apenas darnos cuenta.
Cualquier conversación, en casa, en el trabajo, en el bar, en la calle, tiene encima la losa de la pandemia, que te invade y te secuestra, hasta en la capacidad de imaginar el futuro.
La pandemia, ha instalado en nosotros y en vosotras, un virus de inseguridad mental, que aunque no nos lleva al hospital, nos condiciona, para no pensar, con la libertad descontrolada. Y siempre, acabamos condicionados para no soltar las ideas positivas, y dejarnos llevar por lo puntual intrascendente, y sin profundidades, no vaya a ser, que nos metamos en más miedos de los muchos que ya tenemos.
Tal vez, la política y sus convulsiones, se nos ha metido, casi sin quererlo, en nuestras vidas, que son el argumento perfecto, para no reflexionar seriamente, de cómo nos sentimos por dentro, y de compartirlo con los demás. Y para ello, nos quedamos en lo trivial, tratando con carcajadas y chascarrillos, hacer como que la pandemia no nos afecta.
Así que, ahora es el lema, trato en el saludo como en la despedida de la conversación, con la palabra mágica ¡cuídate¡ como si ni siquiera sabemos bien , hasta qué punto , el cuidarse dependa de nosotros mismos . Y es que estamos tan inseguros, de todo lo que supone cuidarse y protegerse de la pandemia, y de utilizar bien los protocolos, que cuando nos quitamos la mascarilla en casa, nos inunda una especie de esquizofrenia, de intentar saber, si seremos capaces de tener alguna certeza, entre tantas dudas, que nos condicionan, en el debate constante de las vivencias de cada día.
En medio de esta tormenta inabarcable de sentimientos, siempre, nuestros corazones se conmueven, con todos y todas, los que se nos han ido, y se nos van cada día, y cada uno, a su personal manera, les enviamos un mensaje ETERNO, de agradecimiento, de respeto, y de memoria permanente, en nuestros pensamientos. Como ese HOMENAJE silencioso, que no permita, en lo individual, y en lo colectivo, que nos arrastren las dudas, y saque la fe, para seguir entre todas y todos, ganando y compartiendo, solidariamente, el futuro en libertad, que ELLOS y ELLAS nos han mostrado, y enseñado, cual es el camino.
Es por eso, que cuando te decides a conversar, tienes claro, que no vas a ser capaz de expresar con palabras todo lo que quisieras, y que lo que pretendes, es que los tienes a tu lado, no piensen que estás inundado de miedos e inseguridades. Y tratas, sin conseguirlo del todo, de dejar claro, que todo lo tienes controlado, y que las dudas, y los insomnios, a nosotros, ni nos superan, ni nos obsesionan.
Al final, las conversaciones son todas inacabadas, porque en nuestro interior, no queremos dejar sensaciones de estar atrapado en ese inmenso túnel de sobresaltos, acompañado de sombras, y sufrimientos, y luces, que la pandemia ha instalado, de muchas formas, en nuestras vidas. Tratando siempre, cada uno a su manera, en esa lucha constante e inacabada, de poner ilusión, bajo la increíble luz mediterránea.