José R. Carbonell Beviá. Mestre d’Escola (SAN VICENTE, SU MÚSICA Y SUS MÚSICOS EN MI RECUERDO)
Encarnita, que es como cariñosamente la conocemos, nace el 12 de octubre de 1937. Alicantina, más concretamente del barrio de Villafranqueza (Palamó). Y es aquí precisamente en este barrio alicantino en donde, de muy pequeña, le canta “saetas” a los pasos de las procesiones de Semana Santa desde el balcón de su casa. Su afición al canto viene de esta actividad tan arraigada en nuestras tierras como es la de ofrecer públicamente, espontáneamente, la belleza de la voz humana a través del canto a las figuras representativas de la Pasión.
Su constitución física es una característica muy generalizada de las voces agudas tanto de la soprano como del tenor ligero o del lírico. Por el contrario las voces de contralto o las de mezzo, en las féminas y la de los bajos en la cuerda varonil, suelen ser constituciones grandes, recias, robustas. Esto no significa que todos y todas sigan estas pautas, pero en la mayoría, sí se dan.
Soy de la opinión de que si el canto es ya algo complejo y difícil, cantar como solista, sin acompañamiento de ninguna clase, a lo que se denomina en términos musicales “a capella”, y en medio de la calle, es algo que no está al alcance de todos/as. Resulta muy fácil irse de tono y hacerlo realmente catastrófico. Encarnita no tenía problema en este sentido. No tuvo ningún profesor, ni ningún tipo de ayuda, en lo que al canto se refiere. Era totalmente autodidacta. A base de escuchar grabaciones de grandes divas a través de las emisoras de radio y de reproducciones de discos de vinilo, va practicando y aprendiendo canciones, romanzas de zarzuela y piezas de oratorio.
Se casa con un sanvicentero, Alfredo Fuentes Patiño, y se viene a vivir a nuestra localidad. Se ocupa de llevar la casa adelante, pero la afición hacia el canto no la abandona. Escuchaba conciertos de la Coral la Aurora y ansiaba ser una componente. Por fin se incorpora a dicha agrupación y precisamente el primer traje que le proporcionan para actuar es el que ha dejado otra destacada voz, la alicantina Isabel Bañó Rodríguez. Perteneció a la Coral, junto con su marido, durante muchos años. Tiene tres hijos y todos ellos han pertenecido, en mayor o menor duración, a la Masa Coral “La Aurora”. El viernes día 11 de diciembre de 1981 se repuso en nuestra localidad la zarzuela “Gigantes y Cabezudos” del maestro Manuel Fernández Caballero y el rol de “Pilar”, personaje central de la obra, fue espléndidamente interpretado por Encarnita.
Posee una bella voz que curiosamente con los años ha ganado color, timbre y control del aire al cantar. Es la única voz de soprano solista que todavía está formando parte de una agrupación vocal local, pero en la actualidad pertenecen (ella y su marido) al Coro Lillo Juan de la Asociación “Ball i Art” de San Vicente del Raspeig. He tenido la suerte de coincidir con ella en la Coral y doy fe de que tiene facultades más que sobradas para afrontar cualquier solo que se le proponga. Ha pertenecido al Coro Parroquial en el que ha interpretado, como soprano solista, piezas como el Ave Maria de Bach-Gounod; Panis Angelicus de Cesar Frank; y el Ave María a la Virgen del Remedio de Pascual Latorre.
Fue requerida para cantar en una ceremonia religiosa en Manzanares el Real (municipio de la Comunidad de Madrid), El organista acompañante al comprobar su seguridad como intérprete, le propuso cantar alguna pieza más de las que se habían programado, mientras que él tocaba melodías fugadas dándole más belleza, si cabe, a la interpretación. Fue un éxito clamoroso.
Si se me permite el símil, soy de la opinión de que con la voz de Encarnita Martínez Pérez, pasa como con los buenos vinos, que con el paso del tiempo no sólo no pierden, sino que, por el contrario ganan en calidad y exquisitez. Vienen a mí intervenciones suyas de las que tengo un grato y hemoso recuerdo. Enhorabuena, Encarnita.