Fracaso

José Enrique Bernabeu Pérez nos envía este artículo

El inicio del fracaso que para la izquierda ha supuesto las elecciones madrileñas, empezó a gestarse cuando los gurús de la política monclovita pensaron que podían hacerse con el poder territorial del PP por vía del asalto. Para ello y con la idea de emular el éxito que llevó al Sr. Sánchez a la Presdencia del Gobierno, se lanzaron al urdimiento de mociones de censura allá donde gobiernan los populares con el fin de arriconarles si no borrarles del mapa político. Al tiempo que garantizar la gobernanza  del hoy Presidente hasta la próxima década.

Pero la estrategia, con la colaboración de Ciudadanos errado y mortecino socio, falló en Murcia como falló en Castilla -León como ha fallado en Madrid. Donde su Presidenta, que lo seguirá siendo, viéndose en el espejo murciano adelantó unas elecciones que cogieron al inquilino de Moncloa con el pie cambiado. Ya que su artero plan que no era otro que alcanzar el poder por la puerta de atrás, se veía truncado.

Fracasada la estrategia de la moción de censura y obligados a acudir a las urnas, la nueva estrategia de Moncloa pasaba por plantear las elecciones en Madrid como plebiscitarias. Para ello el Sr. Sánchez, henchido de confianza y vanidad y sin importarle hundir a su propio candidato al imponerle cambios de discurso cada vez más erráticos y humillantes, no duda en lanzarse al ruedo  pensando en sacar un inesperado rédito.

Así, con los miembros de su Gobierno y demás palmeros, acompañados por los chicos chicas y chiques de Podemos con su macho alfa al frente, se lanzan a una campaña de insultos, agresiones, algaradas, mentiras y vejaciones. Campaña donde se reparten carnets de demócrata y se califica como fascista a todo discrepante. Donde quien viene señalando a jueces y periodistas e incluso al propio Rey, jalea y justifica las agresiones, rodea parlamentos y reparte jarabe democrático del que no bebe, asegura, con ese tono chulesco y totalitario que caracteriza al Sr. Iglesias, que en España se ha normalizado el fascismo pero Madrid será su tumba. Y ello, mientras por las calles de Madrid, paradójicamente, pasean fotos de Lenin y Stalin quienes, nostalgicos de una República que no vivieron, ignoran, o no, los actos de estos siniestros personajes. Nostalgia que parece invadir a nuestro Presidente que  siéndolo de una Monarquia Consitucional, habla de aquella como de “un vínculo luminoso con nuestro mejor pasado”. Borrando de un plumazo el periodo de mayor progreso y paz de nuestra Historia como ha sido la Transición.   

Una campaña donde desde el Gobierno y resto de la izquierda, han querido oponer a la gestión la propaganda. Y lo han hecho con su estrategia preferida, la destrucción personal del adversario con un discurso preñado de odio y embustes, guerracivilista y de criminalización del disidente. Un discurso que tiene sus compradores, pero muy alejado de la realidad que vive y siente  nuestro País .

La realidad de un País que tiene 1.200.000 hogares con todos sus miembros en paro y que  alcanza el 16%. Que tiene un 120% de deuda y un 11% de deficit. La realidad de un País sumido en la incertidumbre económica y epidemiológica y que se ha cansado de los mantras oficiales de la izquierda. Que se ha cansado de los penosos trucos del CIS y de que el BOE sea utilizado como medio de opinión. Que se ha cansado de apretarse el cinturon mientras sin pudor alguno se incrementa el gasto del Estado y Administraciones. Que se ha cansado de un Gobierno intervencionista y capaz de ocultarle una subida de impuestos que si ha trasladado a Bruselas. La misma Bruselas que se ve  obligada a inquirir sobre las denuncias presentadas por 2.500 jueces ante el acoso a que es sometida la Justicia en España. Sobre las denuncias presentadas por ayuntamientos ante el injustificado reparto de fondos europeos que pretende el Gobierno. Sobre las presentadas por la arbitraria y discriminatoria entrega de 53 millones de euros a la compañía Plus Ultra… Todo ello sin que el más mínimo sonrojo invada a quienes deberían avergonzarse de estar en el punto de mira europeo.

El catastrófico resultado obtenido en Madrid por el Gobierno de coalición, es un duro castigo a su gestión de la pandemia, de la crisis y a sus mentiras. Así como a su sectarismo y falta de transparencia. Y es la evidencia de que el discurso del odio y el insulto, del  menosprecio y humillación, ha fracasado entre una ciudadanía donde, en su día a día, fascistas, comunistas , lenguaje inclusivo y otras bobadas están lejos de sus prioridades y necesidades.

Un resultado que debería llevar a algunos a la autocrítica en lugar de hablar ahora de elecciones en nada extrapolables, de buscar otros culpables o su causa en las tabernas, las cañas o los berberechos franquistas. Los culpables tienen domicilio, uno en Moncloa y otro en Galapagar. El primero, al que su soberbia le impide reconocer sus errores, rumiará  su venganza y como afrontar las nuevas exigencias de sus socios ante el varapalo sufrido. Y mientras rumia y rumia esperará la llegada de los fondos europeos y la masiva vacunación para presentarse , como acostumbra, como gran conseguidor y salvapatrias.

El otro, tras embarrar el terreno político y elevar la crispación a cotas insospechadas., ha anunciado su retirada con un discurso victimista donde no faltan los insultos ni los culpables de su marcha. Una marcha que realiza después de su incompetente gestión, de haber traicionado a los suyos y las ideas y principios que preconizaba, y después de incrementar su patrimonio. Patrimonio al que sumará la indemnización como Exvicepresidente de Gobierno, que ya se ha apresurado a solicitar.

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