Desertización y desertificación

Eduardo Seva, concejal de RED en el Ayuntamiento de El Campello
Eduardo Seva, concejal de RED en el Ayuntamiento de El Campello


Parecen dos palabras equivalentes en su significado y, de hecho, para el diccionario de la RAEL así lo son; pero desde su perspectiva ecológica a muy gran escala, desde luego que no lo equivalen. En recuerdo a esa instructiva película VICE (El vicio del poder), la Secretaría de Estado de los EEUU del gobierno de Georges Bush (hijo) impuso un lenguaje preferencial a los
medios de comunicación muy astutamente, sustituyendo en las noticias de todo tipo el concepto de calentamiento global que indiscutiblemente incrimina la especie humana por la este otro: cambio climático; como si todo fuera casual, ajeno a nuestra propia manera de hacer el progreso y culpable solamente el propio planeta que, caprichosamente, había cambiado su forma de ser o es que nuestro astro Sol se hubiera cabreado y hubiera estado emitiendo mucha más radiación.

Nuestra esfera se somete a cambios en su atmósfera y en la interfase con la corteza terrestre, pero estos cambios involucran siglos,milenios, aunque puntualmente ocurran algunos que afecten solamente a un decenio o un quinquenio; ejemplos hay muchos pero la mayoría de estos últimos están relacionados con la actividad volcánica en un momento dado.

Ahora bien, y volviendo a lo de la desertización. La desertización es un proceso natural en el que una zona varía de húmeda a desértica, sin la intervención humana. Puede haber varias causas, como los siguientes factores: astronómicos, como los ciclos de Milankovic, geomorfológicos, la orogenia, por ejemplo, produce la distribución de las montañas y las masas
continentales y los dinámicos, derivados de la actividad biogeológica del planeta. Como ejemplo, tenemos el Sahara, que hace miles de años era una sabana, como se puede observar al analizar las pinturas rupestres de Tassili n’Ajjer y sin embargo, en la actualidad es una zona desértica azotada por la falta de agua y debido con bastante probabilidad al cierre del istmo de Panamá.

La desertificación es un proceso en el que una zona fértil pierde su potencial de producción debido a la intervención humana. Como decíamos antes, la desertificación tiene, por tanto, una causa antrópica, la diferencia más importante entre la desertización y la desertificación.
La desertificación se puede observar en la erosión del suelo, la falta de agua y la destrucción de la cubierta vegetal. Sucede como consecuencia del pastoreo, las prácticas de agricultura no sostenibles y la deforestación. Hay bastantes países que acusan este problema.

Otra verdad intangible es que, debido al calentamiento global, el efecto Sahara asciende en latitud hasta alcanzar las dos orillas del Mediterráneo ya que las ruedas de los ciclos atmosféricos (https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A9lula_de_Hadley) están cambiando de lugar. Para poner remedio a este fenómeno hay que pensar soluciones a gran y muy gran escala y entre ellas, la de salvaguardar el contenido de agua en el régimen local y regional, de tal manera que el ambiente creado o mantenido contenga la suficiente cantidad de agua atmosférica como para preservar las condiciones iniciales.

Sentado esto, la transferencia de agua entre cuencas con infraestructuras ya completadas, como es el caso del trasvase Tajo-Segura, resulta ser una función clave para asegurar una humedad en las zonas atacadas por ese fenómeno sahariano, como son las provincias de Murcia, Almería y Alicante. Los bosques automantenidos por la precipitación no suponen un
grave problema ya que se componen de especies especialmente adaptadas a la sequía estival y dominadas por el pino carrasco y la encina y la carrasca. Pero las llanuras de inundación, como son la Vega Baja y las llanuras costeras de Almería y de Murcia se mantienen por los caudales que aporta la infraestructura del trasvase. Mantener esa biomasa que respira en
condiciones de vida productiva es, no ya esencial, sino que es vital para el freno momentáneo de la desertización hasta que los países más adelantados se pongan de acuerdo. Si así lo hiciésemos anular o aminorar, estaríamos entrando en el proceso de desertificación que nadie queremos, salvo inconscientemente la ministra Rivera.

Hacer funcionar las desalinizadoras únicamente para llenar las tuberías domésticas y pagar con las tarifas el coste inicial de construcción y actual de mantenimiento y echar agua por el Tajo al Atlántico es de una estulticia tremenda y una falta de conocimiento sobre ecología global que clama al cielo.

Dejemos las desalinizadoras funcionar para cuando hagan falta de verdad y hagamos didáctica y publicidad dirigida del empleo del agua de uso doméstico, reutilicemos este elemento con precisión y técnica (que la hay de sobra) y dejemos los cultivos arbóreos y herbáceos que cubran nuestras tierras para crear un ambiente-barrera contra el avance de la sequía.
Realmente estamos en un momento muy delicado en el que la política del agua puede llegar a desertificar un pedazo considerable de la península.

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