En recuerdo de José Santana Seva

Texto de José R. Carbonell Beviá en su sección SAN VICENTE, SU MÚSICA Y SUS MÚSICOS EN MI RECUERDO

Nace en San Vicente del Raspeig el 17 de noviembre de 1915. Su padre, tocaba el bombo en la Banda de la Esperanza y se especula que está fue la razón por la que se inclinó por la percusión. Desde muy pequeño es atraído por la  música, probablemente imbuido por el ambiente familiar. Asistía a clase con un profesor de Alicante. También le encantaba dibujar y por tal motivo, todavía muy joven, sacó el Título de Delineante. Entró a formar parte del estudio del arquitecto de la Fábrica de Tabacos de la capital. A los veinte años, opositó como percusionista de la primera banda provincial, concretamente con los timbales y a ella estuvo vinculado durante los cuarenta años restantes de su vida, jubilándose a los sesenta. En la década de los cuarenta, formó  parte de una banda cómico–musical, con la caja o tambor y que actuaba en festivales taurinos en los que se soltaba una vaquilla al ruedo y los músicos seguían tocando sorteando los envites del animal. Esta agrupación se denominó “Los Botones”, porque su uniforme era muy similar al que utilizaban los muchachos u asistentes de los hoteles. Precisamente, con este conjunto fueron en barco a Orán.

D. Antonio Ramos Carratalá, presidente fundador de la Caja de Ahorros del Sureste de España y D. Ricardo Ruiz Baquero, que fue el primer director de esta institución, se reunieron en casa de José Santana y fundaron lo que por entonces se acordó denominar Instituto Musical del Sureste, dependiente de la entidad financiera y como obra social de la misma. En septiembre de ese mismo año, se pidió autorización al maestro Óscar Esplá, para ponerle su nombre y del que nuestro ilustre paisano, fue el primer profesor de percusión. Este proyecto se presentó en el año 1956 y se aprobó en junio de 1957. Posteriormente, paso a manos del Estado español, pero ya como Conservatorio.

Durante este tiempo, se funda el Orfeón de Alicante y precisamente José Santana es uno de los profesores de solfeo de la entidad. En la página nueve del diario Información de Alicante, allá por el año 1963, hay un artículo que reza del siguiente modo: “El primer alicantino, profesor nacional de percusión”. Se acaba de celebrar el primer curso nacional de percusión al que han concurrido los mejores setenta percusionistas de toda España. Han aprobado un cuarenta por ciento, pero de los primeros está nuestro paisano. Tuvo dos partes, una  teórica y un ejercicio práctico. Precisamente en éste, planteó al Tribunal que él, había conseguido descubrir un punto sobre la membrana del timbal en el que colocada una moneda de cinco duros de canto, ejecutaba un redoble y la moneda no caía, no se movía. Lo demostró ante el tribunal que no tuvo más remedio que felicitarle por tan acertada y aguda observación. Realmente GENIAL.

Dadas sus cualidades musicales y su exquisito oído, también tocó el violín, instrumento con el que llegó a ser un verdadero virtuoso. Sacó el título en el Conservatorio Superior de Murcia con D. José Massoti, gran amigo suyo. Fundó un cuarteto de cuerda, “Cuarteto Mozart”, dos violines, una viola y un violonchelo, dando conciertos por toda la provincia. Aun cuando en reiteradas ocasiones tuvo propuestas para salir a tocar fuera, con otras agrupaciones, no quiso alejarse ni de su Alicante ni de su familia. Escribió un libro sobre la Historia de los Instrumentos de Percusión, desde la  Prehistoria hasta nuestros días, cuyas ilustraciones fueron dibujadas por él mismo. No le pareció oportuno editarlo, y lo conserva su única hija, Eulalia Santana Poveda.

Pintó numerosos cuadros y  dibujos, de los que una selección,  los  tiene su única heredera vistiendo las paredes de su casa. Era un trabajador infatigable, pues compatibilizaba el trabajo como delineante en la fábrica con la intervención en la B. M. de Alicante, con los timbales, y en el Club de Regatas y el Club Catalá con la batería y en la banda de música “Los Botones” también con la caja. Ejerció como profesor de dibujo lineal en dos institutos privados, uno de ellos perteneciente a la Obra Social de la Caja de Ahorros del Sureste de España, en lo que se denominaba “Bachiller laboral”.

En la “posguerra”, años cuarenta, en la iglesia parroquial San Vicente Ferrer de nuestra población, no tenían la imagen de la Inmaculada, por lo que José Santana, reunió al grupo denominado “Hijas de María”, que por aquel entonces eran adolescentes de 15 o 16 años y les dio clase de canto. Progresivamente, montaron varios números de zarzuela entre los que cabría destacar el pasodoble de “El último romántico” y la romanza de la soprano de la zarzuela “El Cabo Primero” Yo quiero a un hombre con toda el alma, que precisamente cantó su esposa Eulalia Poveda, pero la soprano solista era la sanvicentera María Beviá. La función, lógicamente, fue benéfica. El teatro se llenó y con lo que se recaudó fueron a Olot (Gerona) y encargaron una imagen que se colocó en la parte izquierda del Altar Mayor de nuestra Iglesia.

 Hay una curiosa anécdota que denota la capacidad de utilización de recursos pedagógicos que poseía para la enseñanza de la percusión. En cierta ocasión, a un alumno suyo no le salía el redoble sobre la caja. Viendo que  no había manera posible de que entendiera lo que se le pedía que hiciera, se fue a la cocina y  cogió un paquete de arroz, lo abrió delante de él y levantándolo, poco a poco lo fue derramando sobre la membrana de la caja, variando la inclinación con lo que la caída de arroz era más abundante. Este ruido era como un sonido onomatopéyico del redoble del tambor. Fue muy válido el ejemplo pues a partir de ese momento, cuando el alumno interpretaba un redoble y no le salía debidamente, se le recordaba el proceso diciéndole”…Échale más grano,…Échale más grano”. Para aumentar la velocidad del redoble.

Recién fundada la Masa Coral la Aurora, y como se pretendió concursar inmediatamente en Torrevieja, se intensificó el número de ensayos, pero por razones que sinceramente desconozco, Ascensión tuvo que interrumpir su dirección y para que no se perdiera aprendizaje, pues el tiempo apremiaba, se buscó a José Santana, al que le pusieron un taxi diario para que subiera desde Alicante a dirigir al coro, que como era durante el verano, recuerdo que los ensayos se hacían en el patio interior del bar, Hogar del Camarada, hasta que nuevamente se incorporó la directora fundadora. Con la colaboración de Elisa Villalta Luz al piano y él al violín, daban extraordinarios conciertos en el café del cine “La Esperanza”, que eran muy del agrado de todo el público asistente.

Falleció en Alicante, el 31 de octubre de 1999.

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