Pascual Andrés Tévar nos envía este artículo
En esta vida azarosa y convulsa que vivimos, que no somos capaces de detener el tiempo y
reflexionar sin prisas, es a veces, necesario, casi imprescindible, inventarnos la valentía, para
creer, aunque sea un instante, que tenemos control sobre nuestras vidas.
Se inventa la valentía, cuando te falta hasta motivación, para levantarte de la cama, y sentirte
que tienes una misión importante que atender ese día. Y te dejas llevar por una ilusión, que
parece le enviste de importancia vital a todo lo que tienes que hacer ese día, y salva la tediosa
monotonía, y hasta te crece la autoestima, cambiando de sentido a la rutina de cada día y sus
circunstancias.
Se inventa la valentía, cuando te abruman las noticias de los medios de comunicación, y te
sientes invadido de dudas, y al mismo tiempo, eres capaz, de encontrar en cualquier detalle,
aunque sea insignificante, para percibir, que de alguna manera, haces algo, para cambiar el
mundo, aunque sea en un pensamiento positivo. Y no venirte abajo, porque encuentras una
razón, a la que agarrarte, para sentirte dueño de tu destino, por muy rodeado de dudas y
ambigüedades que te ataquen.
Se inventa la valentía, cuando tomando el café y copa rutinaria de cada día, eres capaz de
reflexionar en tu soledad de la mesa de la terraza, y lanzarte a tu interior un mensaje de que
tiene sentido seguir luchando, por mucho que sea el cansancio físico y mental, que te rodea. Es
como si hicieras un ejercicio de reinventarte, y mandarte hacia dentro un chute de moral y de
coraje, que te sorprende, te desorienta, y te sacude las ganas de vivir.
Se inventa la valentía, cuando aquejado por molestias y dolores, con las dudas a cuestas de saber
si podrás volver a caminar, como antes, por tus rutas preferidas de fines de semanas, te olvidas
de limitaciones y pastillas, y sientes que lo vas a intentar el próximo día, y que le vas a poner
más ganas y moral que nunca. Y que lo que tenga que venir, ya tendremos tiempo de asimilarlo,
o de superarlo, o de convivir con el problema, y sus secuelas.
Se inventa la valentía, cuando la hija del alma, te envía o te llama, desde el piso tutelado,
quejándose y llorando por los demonios de la enfermedad mental, te sacude la adrenalina, y
tienes que hacer de psiquiatra concentrado y sereno, para responderle convencido, que todo
está controlado. Y le pides con dosis de serenidad, convencido o no, sin llegar a créetelo tú
mismo, que todo va a salir bien.
Se inventa la valentía, cuando miras a los ojos a tu gato persa Lolo, y quisieras preguntarle,
cuando llegas a casa por la tarde-noche, cómo ha pasado el día, la compañera de mi vida, que
encuentra en él un buen colega, para combatir la larga y tediosa, aunque mezcladas con rutinas,
los trabajos interminables, y visiones televisivas y de Tablet, dentro de la inmensa soledad de la
casa. Y de alguna manera, cuando a veces, al finalizar la jornada por la tarde, lo observo, desde
la distancia, que salta y corre alegre por el pasillo, es como si me contara, que el día, a pesar de
todo, ha ido bien, y, tranquilo dentro de lo cabe, en los desosegados debates internos.
Se inventa la valentía, cuando a través de la peña, y de tu equipo del alma, te conectas con el
mundo, y aunque no viajo desde 2019 al estadio, si tengo la oportunidad, desde un pequeño y
acogedor local de la sede, sentirme dentro de las pasiones, los sufrimientos, y los sueños, que
se viven, algunas veces, mezclados son sentimientos. Y que sirven, para inyectarme moral y
debate al mismo, como la salsa de la vida.
Así que, cuando se inventa la valentía, es porque siempre estamos luchando contra el miedo,
contra todos los miedos, para que no consigan, por mucho que lo intenten, paralizarnos las
ganas de amar, de la amistad en todos los sentidos, de luchar por nuestras ideas y motivos, de
sufrir, de caer y levantarnos de nuevo, de superar los retos, de sentirnos solidarios, de sentirnos
cercanos, y de sentirnos apasionados. Y de saber, en libertad,….. compartir, y disfrutar de la vida,
en todas sus dimensiones y consecuencias, bajo la increíble luz mediterránea.