Pascual Andrés Tévar nos envía este artículo

Cuando pensamos en los desafíos que solo nos planteamos en nuestras elucubraciones
interiores, como queriendo romper los esquemas , y vivir la vida como un tobogán de pasiones
más allá de los controles , se abre ante nosotros un mundo inexplorado , que nos empujan a
tratar de descubrirlo, sin ser conscientes de todos los desafíos que se nos plantean.
Se rompen los esquemas, cuando nos planteamos que el inconformismo nos tiene que sacudir,
para rebelarnos, ante cualquier acto injusto de nuestra vida diaria, y al final lo dejamos en un
pensamiento, y nada más.
Se rompen los esquemas, cuando escuchas o percibes conversaciones, de ciudadanos y
ciudadanas, y quisieras interrumpirlos o interrumpirlas, para hacerles saber de los egoísmos y
las falsedades, y las hipocresías, en que se mueven, y sacudirles las conciencias. Y al final, se
queda en un pensamiento, y nada más.
Se rompen los esquemas, cuando quisieras tener la oportunidad, de coger un micrófono, y
subirte al estrado del Congreso de los Diputados, y levantar la voz, para exigirles que salgan del
círculo encorsetados de los partidos políticos, y se atrevan a decirle a las personas, en la calle,
lo que se dejan en el camino, por no aceptar y ser capaces de acuerdo con solo la guía de la
libertad responsable, y el sentido común. Y al final, se quedan en el pensamiento, y nada más.
Se rompen los esquemas, cuando quisieras decir lo que de verdad piensas, y la desatada
aventura, se queda envuelta en medias verdades, y controladas y meditadas palabras, que son
como una forma de justificarte a ti mismo o misma, sin que nada ni nadie te lo solicite. Es decir,
es un desahogo contenido, que a final, lo mejor, se queda en el pensamiento, y poco más.
Se rompen los esquemas, cuando, en las llamadas impertinentes e interminables de las
compañías telefónicas, y otras vendedoras, quisieras en voz alta de barítono, mandarlos a la
“mierda”, y que te dejen de una vez en paz. Y sin embargo, te lo tragas, y pides ayuda divina, y
paciencia, para acabar cuanto antes con la interminable e insufrible llamada. Y al final, no
conseguimos nada de lo que pretendíamos, y todo se queda en el pensamiento, y nada más, eso
sí, bastante mas cabreados que antes de la llamada insufrible.
Así que, en esa vida azarosa, convulsa, intensa, y poco sosegada, es necesario, de vez en cuando,
en nuestro debate interno, romper, a nuestra manera, los esquemas preestablecidos, y saltarse
las rutinas, y monotonías, que nosotros mismos nos imponemos. Y por unos instantes, ser libres
en todas sus dimensiones, aunque sea solo un pensamiento, y seguir caminando con unas gotas
de fe y de ilusión, bajo la increíble luz mediterránea.