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San Vicente del Raspeig

CUANDO LA DECADENCIA DE LO FÍSICO LEVANTA LA FUERZA DE LA MENTE Y LA FE EN LOS VALORES ETERNOS

Pascual Andrés Tévar nos envía nun nuevo artículo

Cuando el paso de los años, ahora que he cumplido los 72, te obligas de alguna forma, a
convencer a la mente, que aunque las debilidades del cuerpo están ahí, dando muestras en
muchos momentos, tienes que trabajar duro, para auto convencerte, para encontrar salidas que
te hagan vivir intensamente.
Luchar contra la decadencia de lo físico, es trabajar muy en serio, las buenas costumbres de
cada día, como mejor terapia, para que no consigan que claudique ni un momento, en hacer lo
que estás haciendo cada día, con tus rutinas y tu manías, y tus buenos impulsos.
Luchar contra la decadencia de lo físico, es la ayuda del trabajo, donde tengo la suerte de poder
mantenerme, que te obliga a reciclarte, a estudiar, a reflexionar, y a enfrentarte a los desafíos,
y a la pasión del asesoramiento.
Luchar contra la decadencia de lo físico, es la exigencia brutal, que cada día te exige la hija, en
su mundo de la enfermedad mental, que te pone en guardia cada día, desde muy temprano, con
los mensajes y los emoticonos al móvil, que te animan, y te empujan a la lucha de poder
ayudarla. Y compartir pequeños buenos momentos, en medio de esa batalla infinita.
Luchar contra la decadencia de lo físico, es la del desafío de la Peña Madridista San Vicente del
Raspeig, que te niegas a renunciar a la responsabilidad asumida tanto años, y no eres capaz de
encontrar el momento de tomar la decisión. Y al mismo tiempo, encuentras argumentos para
continuar, sacando fortaleza de los valores que tienes asumidos, y que intentas trasladar a la
vida de cada día.
Luchar contra la decadencia de lo físico, es la fe en los amigos, que no permiten, que las dudas,
las angustias, y los miedos, te arrastren la nave mar adentro, y encuentras las anclas, para
apoyarte, y para soportar, y para superar, las tormentas. Y para levantar la moral, aunque sea
una pizca, para seguir adelante.
Luchar contra la decadencia de lo físico, es la ilusión, de continuar compartiendo, cada salida del
sol, con la compañera de la vida, y no dejarse abandonar por los desánimos, con el apoyo mutuo,
que saque fuerzas y argumentos, para seguir caminando juntos. Y siempre, con las pequeñas
ilusiones por descubrir, en los casi insignificantes pero mágicos detalles.
Luchar contra la decadencia de lo físico, es pensar en el hijo lejos de casa, que construye cada
día su futuro, y que nos alienta, porque sabe luchar por su camino, porque lo hace libre, y
responsable, y a su manera. Y porque, su trabajo enorme le cuesta, y lo asume en todas sus
consecuencias.
Luchar contra la decadencia de lo físico, es no venirse abajo, cuando tus piernas y tu cuerpo, no
responden a los mensajes de tu mente, y piensas en darte la vuelta en el caminar de tus
domingos tempraneros, porque te sientes defraudado en tus deseos, y en tus impulsos. Y es, en
ese momento, cuando esas limitaciones físicas, te hacen recurrir a intentar socorrerlas con los
impulsos mentales, que te hacen buscar otros recursos inexplorados, como las conversaciones
contigo mismo. Y es entonces, y solo entonces, cuando muy poco a poco, eres capaz de sacar el
arsenal de los pensamientos, y de los sentimientos, y mentalizarte, para luchar, con el apoyo
imprescindible de los valores, que tenemos dentro de nosotros mismos. Hundirse, no está
permitido, cuando mayor sea la decadencia física, mejor tiene que ser la lucha para superarla
con nuevas alternativas por descubrir, que seguro están en tu mente, pero nunca, te has
atrevido a sacarlas del todo a la luz.
Así que, en este inmenso mundo del debate con nosotros mismos, en el dossiers de las
conversaciones interiores, en los misterios de la religión, en los misterios de la los límites de la
vida, en los misterios de las difíciles y complejos equilibrios de la mente y del cuerpo, hay que
recurrir al poema “caminante no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar…”. En consecuencia, no
queda otra, que estar dispuesto a luchar, siempre, en el complejo e indefinible duelo de la
decadencia física, y la fuerza mental, para seguir teniendo el recurso, el aliento, y la fe de
hacerlo, bajo la increíble luz mediterránea.

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