El azar y la necesidad

Eduardo Seva

Opinión

El título no es mío, ni mucho menos. Es el título de una obra clásica divulgativa en Biología y Biología molecular de Jacques Monod publicada al principio de la década de los ‘70 del pasado siglo. Se refiere a que la reproducción de los seres vivos provee de naipes, los baraja y los reparte a los descendientes; solo salen como ganadores aquellos que juntan póker de ases, escalera o escalera de color y el resto, al corral. En una charca temporal de agua, de la ovada de un sapo hembra que ha de desarrollar la metamorfosis, apenas una docena de renacuajos saldrá adelante. A eso se refiere Monod con el “azar” (reparto genético) y la “necesidad” (de sobrevivir). De las profundidades ya exploradas y por explorar ya se encargan los genetistas.

Vayamos al grano. En El Campello, y desde el inicio de la democracia que conocemos, se han probado diversas combinaciones que son producto de una enorme cantidad de variables que juegan, reguladas a su vez por tendencias, sentimientos, hechos, consanguinidad y caracteres personales. El hecho es que hemos pasado por un monoteísmo socialista durante dos legislaturas, por el monólogo de PP en casi otras dos y por ensayos diversos a través de otras formaciones minoritarias (por la diversificación de criterios de los votantes), hasta acabar en esta etapa de pactos, coaliciones,…, que permiten la andadura por el barro sin mucha seguridad de llegar al final de la legislatura sin hundir la cabeza en el lodazal. En esto consistiría el azar de Monod, en las probaturas que ensaya la población para poner en la sillas del Consistorio las distintas modalidades (inconscientemente, ya lo sé) que pueden hacer algo por el bien de la sociedad que compone el municipio y su relación con el resto del mundo, en su medida.

Y otra cosa, en letra de Monod, es la necesidad; es decir, los supervivientes, los que son portadores de los genes o caracteres que han de perdurar en las siguientes generaciones. Y en eso consisten los logros que, una determinada combinatoria de políticos, han podido llevar a positivo al final de cada legislatura. Aquí sí que nos entendemos. Nos entendemos porque son mejoras tangibles, palpables de cuatro años a esta parte, cosas que no teníamos y ahora sí. Penalidades, que lo eran hace cuatro años y ahora son facilidades, limpieza, embellecimiento, urbanismo, peatonalización, ayudas europeas, políticas verdes, restauración y rehabilitación, criterio y seriedad en los presupuestos anuales, una buena administración y un largo etcétera.

Está claro que al ciudadano peatón nos interesa mucho más este último párrafo que la combinación histórica de la anterior parrafada que tan solo habla de cómo se van a asociar los políticos por intereses personales, familiares, monetarios, vanidad, devoción u odio para formar la bancada municipal por cuatro años. Interesa la balanza de objetivos alcanzados frente a lo que prometieron cuando hacían campaña electoral. La campaña es el “crossing over”, el entrecruzamiento de los genes que se ofrecen; y este final de legislatura es la pantalla donde se proyectan las ideas hechas realidad, la comparativa del municipio antes y después de estos 4 años. ¿son dos imágenes distintas absolutamente o son la misma pintura un poco retocada? Si esta pregunta la he de contestar yo mismo, ya sabéis la respuesta; pero es interesante que os hagáis esta pregunta vosotros mismos, constantemente hasta el próximo mayo, que repaséis la gaceta informativa de los objetivos alcanzados, que en las empresas el personal merece la confianza de los jefes si se alcanzan objetivos y es preciso recordar que nosotros somos los jefes.

Un buen mandatario discute consigo mismo y continuamente en qué consiste un municipio, cómo se alcanza su gobernabilidad, cómo se mantiene y por qué se pierde. Ha de pensar en qué volcó toda su experiencia de años y también en toda la amargura que le causó su fracaso político porque no supo aplicarla. En la elección de sus armas y colaboradores está parte de la magia del gobierno porque “lo que con mil afanes se conquista, con poca fatiga se mantiene”, condición para que la formación sobreviva y se consolide, se trate de un gobierno adquirido por fortuna o por virtud, con la colaboración de propios o de ajenos. Importante es que el gobernante no se limite a ocupar o a usurpar una estructura política ya existente sino que proceda a su transformación o renovación. Si es que la lectura de El Príncipe debería ser obligatoria.

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