La fiesta es de todos y para todos. El Mig Any festero, que se celebro este fin de semana en El Campello, arrancó con fuerza, y con los más jóvenes como protagonistas. Por la tarde, en los bajos del Polideportivo Municipal, la música sonó para ellos, con una sesión de disco y animación infantil, bailes, juegos de mesa y entrega de los premios del concurso de dibujos.
El Mig Any tiene todos los ingredientes de una fiesta mediterránea cien por cien: bandas de música, conciertos, pólvora, colorido, bailes, juegos, competiciones deportivas, actos religiosos, espacios abiertos a la participación general, degustaciones gastronómicas, encuentros y hasta concurso de paellas.
Y eso es lo que vive este fin de semana El Campello, con una altísima participación de festeros, vecinos y visitantes a los que poco ha importado la caída esporádica de la tan esperada lluvia para disfrutar plenamente de lo que se considera un “pequeño aperitivo” de lo que será la gran fiesta de Moros y Cristianos de octubre.
Por unos días, la carrera electoral ha dejado paso a la tradición, y los bajos del Polideportivo Municipal, calles y plazas adyacentes y la Iglesia de Santa Teresa se han convertido en el epicentro de una movilización social que se ha cogido con ganas y que ha finalizado como no podía ser de otra forma, con la consabida mascletà.
Todo salió a pedir de boca, y la mascletá final fue realmente magnífica, de las que se recuerdan.
Finalizaron los actos organizados por la Junta Festera de Moros y Cristianos que preside Marga Sebastiá y la concejalía de Fiestas y Tradiciones que dirige Cristian Palomares (PP), con ocasión de la fiesta del Mig Any, que han resultado multitudinarias y muy, muy participativas.
La jornada fue intensa hasta el mediodía. Empezó la jornada con la diana festera y la tradicional despertá, anunciando al pueblo que era el día gran del Mig Any. A las 11:30 arrancó la ofrenda floral, combinada una vez más con una acción solidaria de entrega de alimentos para Cáritas, a la que siguió la misa especial dedicada a la patrona, la Mare de Déu dels Desamparats.
El acto religioso dio paso a la gran entraeta informal, en la que participaron cientos de festeros y festeras, infantiles y adultos, con buen ánimo y acompañados de bandas de música, dirigiéndose por las calles del centro hasta la Plaza de la Constitución, donde se disparó la mascletá que anunciaba de forma estruendosa el final de los festejos.