Pascual Andrés Tevar

En este otoño primaveral del 2023, cuando nos acercamos al día 1 de noviembre, donde
homenajeamos, a nuestra personal manera, a los que se han ido de la vida que conocemos, me
surgen muchos interrogantes, que quiero compartir, y reflexionar, a través de estas páginas,
como una forma de homenaje, y al mismo tiempo de un intenso y permanente debate, que
trasciende a lo cotidiano.
Es homenaje infinito, recordar con cariño y emoción indescifrable, a los que se nos ha ido, y
honrar su memoria, cada uno y cada una, a su personal manera. Y al mismo tiempo, ser capaces
de revivir su vida en el ejemplo vivo e infinito de sus obras, y en lo que has sido capaz de
compartir de verdad, y de asimilar, a pesar de todas las incongruencias, y debates sin límites, de
la vida. Porque al final, hemos sido capaces, de separar la paja del grano, y ver de verdad, lo que
ha significado, compartir a vida, y sus emociones, en todas las consecuencias. Y al mismo tiempo,
saber aceptar, lo que se quedó en el tintero, lo que en conciencia te golpea, que podías haber
hecho, y como ahora no tiene remedio, si puedes al menos, trasladar la lección, a la vida que
aún tienes por delante. Nunca es tarde, para pensar, y honrar, a los demás.
Es homenaje infinito, pensar, y sentir, que a pesar de todos los sufrimientos, desconsuelos, y
desvaríos, la vida tiene sentido, y que tiene un final. Y apartado de las religiones, porque no
tengo creencia indispensable en ninguna, si es vital reflexionar, que la vida no es infinita. Y al
mismo tiempo, es hermoso, intentar, como misión imposible, vivir cada día como si fuera el
último. Y aceptarlo, y no dejarse llevar por la ansiedad, porque al fin y al cabo, la vida, aunque
no lo vemos casi nunca, es más sencilla, de lo que pensamos.
Es homenaje infinito, dar todo el sentido y emoción a las cosas rutinarias de cada día, porque, al
fin y al cabo, son parte indispensable de nuestra existencia, que las hacen eternas. Por lo que
cada acto de nuestra vida, ya no se va a volver a repetir nunca, porque se queda incrustado en
el tiempo vivido, y eso es pasado. Pensemos, en ese café en la mañana de un día, ya no se va a
volver a repetir, porque el próximo, será otra hora, minuto y segundo, de otro día, que ya se
convertirá en historia pasada. Pensemos, que el tiempo, pasa de forma inexorable, y nada ni
nadie lo puede detener. Por lo que, combatiendo sin piedad, las ansiedades y agobios vitales,
vivir y dejar vivir, es una buena filosofía, y si puede ser, con alguna sonrisa, de vez en cuando,
mejor.
Es homenaje infinito, tener a tu familia, como esencia de la forma de entender la vida, a tu
pareja, como argumento que le da sentido, a la pasión que llevas dentro, a los hijos/as como
esencia de trascender hacia el futuro, con la herencia de los valores, que dan argumento a la
forma de entender la vida. En consecuencia, de alguna forma, nos estamos labrando el camino,
para perpetuarnos, y quitarle tragedia, de que la vida, tiene un incuestionable final. Es decir, hay
final en el cuerpo humano, pero no hay final, en los valores, reflejados en la verdad, de las obras
que dan testimonio, y memoria interminable.
Es homenaje infinito, a los valores del trabajo bien hecho, que da testimonio y argumento, que
la vida se va perpetuando, y conservando, en el trabajo bien hecho, con todos los debates
abiertos, y que dejan huellas palpables, de que hemos sido capaces, de trasladar a lo concreto
todo lo que de verdad sentimos. Y que son pruebas palpables, que existimos, y que aportamos
hechos materiales, que se pueden palpar. Y que esos hechos materiales, se trasladan a los
sentimientos, y a los valores que le dan argumento a la trascendencia en los sentimientos, y en
la memoria infinita.
Es homenaje infinito, tener a tu equipo del alma, en el que te apoyas sin dudarlo, para que a
través de sus valores, salir adelante, siendo y sintiendo los valores que de verdad transmite Y
sufriendo sin límites, y celebrando, la borrachera de emociones, cuando consiguen un título, o
simplemente ganan un partido, o simplemente saber perder, para volver a levantarse con más
ardor y coraje.
Así que, en este caminar, en el debate infinito de la vida, en el debate de lo limitado en el tiempo,
y en el debate de lo infinito de los valores que trascienden, y acompañado con el sentido común,
y el esfuerzo de una reflexión serena, ser capaces de aceptar, que lo humano tiene fin. Y al
mismo tiempo tener meridianamente claro, que existen valores infinitos, y eternos, que no se
detienen en el tiempo, y que nos ilusionan y empujan, con la fuerza de la increíble luz
mediterránea