Y no fue un robo de guante blanco, como podría parecer a la vista del último disco de QUIQUE GONZÁLEZ, “Copas de Yate”, en el que ha robado 8 pedazo de canciones a 8 pedazo de artistas, y las ha envuelto en su magia y su cariño como un regalo, llevándolas a la dulzura y delicadeza del mundo artístico de Quique, hasta el punto que podríamos pensar que todas las canciones son del propio artista.

Pero en este caso no, el viernes pasado en la SALA MAGMA CLUB fue algo más parecido a un atraco a mano armada. Y sí que hubo magia, cariño, dulzura, y delicadeza, como no podía ser de otra manera con QUIQUE GONZÁLEZ, pero también hubo mucho Rock’n Roll.
Así que cuando Quique y su banda salieron al escenario armados con sus guitarras, teclados y batería, ya no hubo escapatoria, y, aunque muchos aún no lo sabían, nuestro corazón ya no era nuestro.
Nada más pisar las tablas, con un cuidadísimo aspecto descuidado y unas impecables botas de cuero, QUIQUE GONZÁLEZ pegó un vistazo a la sala repleta de público, sopesando quizás si estaría bien llevarse todos esos corazones en su furgoneta, pero es lo que lleva haciendo 25 años desde aquél “Personal” de 1998: arrancar los sentimientos de la gente desde lo más profundo de sus pechos, desde donde algunos ni siquiera pensaban que los tenían, removiendo las emociones a golpe de canción.
Afirmaba el artista no haber actuado nunca en esta sala, quedando sorprendido de la cantidad de público en el recinto, mucho más que cuando tocaba en alguno de los bares del puerto, y agradeciendo enormemente que la gente hubiese dedicado su tiempo a asistir a este epectáculo; no en vano antes de la apertura de puertas el público aguantó valiente el húmedo frío del efímero invierno alicantino, en una cola como las que ya no suelen verse, y es que tenían ganas de disfrutar de un QUIQUE GONZÁLEZ que hacía tiempo que no pisaba estas tierras, y de dejarse robar el corazoncito aunque tan sólo fuese por un par de horas.
El plan ya estaba en marcha, y cual engaño de trilero, Quique nos tenía preparado un truco para el despiste; la gira 25 aniversario tiene un hilo conductor, que son los discos de su carrera musical, siendo el argumento de cada concierto uno de esos discos, en este caso “Me mata si me necesitas” del año 2016, por lo que el disco sonó entero desde el principio hasta el final y en el mismo orden de temas: “Detectives”, “Se estrechan en el corazón”, “Sangre en el marcador”, “Charo”, “Cerdeña”, “Ahora piensas rápido”, “Orquídeas”, “Relámpago”, y “No es lo que habíamos hablado”, lo que nos hizo bajar la guardia ya desde el primer momento.
Antes de “La casa de mis padres” QUIQUE GONZÁLEZ presentaba a sus secuaces: Raúl Bernal a los teclados y la guitarra, Jacob Reguillón en el bajo, y Edu “sunrise” Olmedo, el único Detective en activo, en la batería; como no estaba Nina de Juan, la segunda voz de “Charo” corrió a cargo del guitarrista Toni Brunet, que acierta bastante bien en el timbre de la voz, y que también se encarga de los coros, además de ser el primer guitarrista, con permiso de Quique que, como siempre, lidera la banda armado de guitarra y en ocasiones la armónica.
A partir de este momento, y tras un breve descanso de unos minutos, quien pensó “esto es todo amigos” estaba equivocado porque fue entonces cuando el plan tomó forma y comenzó el torbellino de rock’n roll que terminó de enajenarnos del todo y nos llevó por un viaje de colores a través del sol recorriendo toda la carrera musical de QUIQUE GONZÁLEZ, sin salir de esta pequeña sala en la que nunca había cantado.
La segunda parte del show estuvo armada por “Trucos fáciles para días duros”, “Avería y redención” y “Pequeñas monedas” (Avería y Redención #7. 2007), para continuar con “Fractales” (Copas de Yate. Vol.1. 2023), la única canción que sonó del último disco de QUIQUE GONZÁLEZ, pero que es una espectacular versión de una canción, ya inmensa por sí misma, del indiscutible e inconmensurable Josele Santiago, que cuenta la historia de un señor normal al que un día normal le da un brote psicótico, y a la que Quique otorga una atmósfera más mágica aún si es que se puede respecto al tema original de Josele.
Continuaba el espectáculo con “Nadie podrá con nosotros” (Daiquiri Blues. 2009), “Kid chocolate” (La Noche Americana. 2005), “Cuando estés en vena” (Daiquiri Blues. 2009), “Polvo en el aire” (Kamikazes Enamorados. 2003), y un “Salitre” (Salitre 48. 2001) aclamado por el público desde el inicio del conierto.
La recta final era para “Todo lo demás” (Salitre 48. 2001) y una brutal versión extendida de “Y los conserjes de noche” (Personal. 1998), con unos interminables solos de guitarra que dieron paso a un giro del guión, y es que Quique decidió sobre la marcha cambiar “La luna debajo del brazo” (Daiquiri Blues. 2009) que estaba previsto en el set-list por “¿Es tu amor en vano?” (Delantera Mítica. 2013); Quique explicaba que tenía una enorme suerte por la banda que llevaba, y es que tenían preparados 80 temas, así que podían tocar el que quisiéramos.
La fiesta final llegó con “Vidas cruzadas” (La Noche Americana. 2005), y un público en éxtasis que no paró de bailar con la banda desde los primeros acordes de la canción, por la cercanía de una escenario en el que prácticamente el público y los artistas podían tocarse, e incluso, si se hubiese dado el caso, abrazarse.
Despedida y cierre de un QUIQUE GONZÁLEZ agradecido que saludó personalmente a los espectadores que estaban a su alcance en las primeras filas, y que tuvo tiempo para acordarse de todos los que hacen posible un espectáculo de estas características, desde los promotores, las salas, el equipo técnico, y todos los que trabajan duro para solventar los problemas que aparecen y hacer posible que el público pueda disfrutar del show.
Un espectáculo de puro Rock’n Roll, de una de las voces más respetadas en el panorama cultural de la música española y que, quizás junto con Santiago Auserón, se encuentra en una búsqueda constante del rastro de la esencia y las raices musicales de nuestra cultura, de esa “huella sonora” de la que hablaba Santiago.
Un tipo genial con unas impecables botas de cuero sobre el escenario, que nos robó a todos el corazón en tan sólo un par de horas, con un repertorio de 25 canciones seleccionadas para impregnarnos de la esencia musical de este artista que lleva precisamente 25 años robándonos el corazón con cada una de ellas.
Afortunadamente, la mayoría de los corazones están acostumbrados a regenerarse solos, y ya esperamos impacientes el volumen II de “Copas de Yate”, para ver con qué nos sorprende esta vez.
Gracias Quique.
La próxima entrega de “Baltimore Live”, el ciclo de conciertos en salas organizado por PRODUCCIONES BALTIMORE en la SALA MAGMA CLUB, será ya entrado el año nuevo con Miss Caffeina el próximo 17 de febrero.