Por Alex Solar
Mi historia como inquilino es para aburrir. La de propietario, también, por eso os la voy a ahorrar. Solo diré que alquilando me he encontrado con infinidad de problemas que he tenido que resolver casi sin la ayuda de los propietarios y como propietario he tenido que sufrir primero las incurias de la burocracia estatal y autonómica, luego las de mis obligaciones como casero y finalmente las trabas y desgracias de esas burocracias como vendedor.
Me he preguntado muchas veces la razón por la que tras el advenimiento de la democracia y su constitución que nos “garantiza” el derecho a la vivienda, ninguna administración-sea ésta del color que sea- se ha tomado en serio la solución a este asunto. En la memoria de los más antiguos está el escándalo de la PSV, que arrastró a los tribunales a dirigentes sindicales de la UGT y personajes cercanos al PSOE. El complejo residencial proyectado en Valdebernardo, Madrid, se vino abajo dejando una vez más los sueños de la vivienda digna en el limbo o en el purgatorio.
Ahora el gobierno de la nación , después de promulgar una ley de vivienda que es solamente papel mojado ante la inacción fiscalizadora de la misma, nos sorprende con una medida que pretende solucionar las dificultades de la generación más joven (hasta 35 años) para acceder a la vivienda, mediante créditos hipotecarios del ICO. Una medida que ya ha sido contestada por sus socios de gobierno del ala a su izquierda.
Los argumentos en contra son muchos y variados. Una pequeña parte de la población podrá comprar viviendas a costa de inflar aún más los precios , haciendo por lo tanto la compra más difícil para la mayoría. Hay quienes apuntan que la idea no es nueva ni del gobierno, puesto que en 2020 ya la proponía Ana Botín: “una de las iniciativas en las que estamos trabajando con expertos del sector inmobiliario y de construcción es un plan de colaboración público-privada , concretamente con el ICO , para ayudar a los jóvenes a comprar su primera vivienda”, decía en una entrevista. Así, decía la ejecutiva del Santander, se edificarían unas 150 mil viviendas y se daría empleo a medio millón de trabajadores del sector. ¿Se había convertido a la filantropía la banquera? No, lo cierto es que a la banca le conviene que siga funcionando la máquina del ladrillo, estancada por los altos precios de las hipotecas, para sostener su ya elevados beneficios. Pues ahora vemos a los socialistas defendiendo una idea que solo apoyaba el Partido Popular en su momento.
Pero, ¿es que los posibles beneficiarios de la medida ( la población de jóvenes menores de 35 años ) son los más afectados por la escasez de medios y de viviendas? No, hay datos que demuestran que en ciudades tensionadas por la carencia habitacional, como Barcelona, seis de cada diez inquilinos superan esas edades. Ya no existe solamente una sino dos generaciones de inquilinos sin futuro como propietarios.
El franquismo puso en boga el eslogan de crear “un país de propietarios, no un país de proletarios”. El sanchismo no propone ahora lo mismo, pero como ha estado ocurriendo desde que está en el poder , haciendo una economía de parche o “subvencionada”, con el agravante de que arriesga a crear una nueva crisis económica con el endeudamiento hipotecario de estos jóvenes compradores .
En el Reino Unido y en otros países europeos se han establecido ayudas similares, como el “Help Buy”, que ha tenido un resultado negativo. La clase trabajadora no cuenta con el colchón de ahorros necesario para completar las ayudas y el resultado final es la creación de viviendas más caras y el aumento de beneficios para la banca.
Habría que atacar a la raíz del problema antes que implicar al estado en una operación que favorece a las dinámicas especulativas. Interviniendo el mercado del suelo, por ejemplo. Con un precio bajo las promotoras de lucro limitado podrían actuar ofreciendo viviendas asequibles. Solo así tendrían sentido los avales.