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CULTURA San Vicente del Raspeig

SEGUNDOS PRINCIPALES. Parte I

Artículo de José R. Carbonell Beviá en su sección SAN VICENTE, SU MÚSICA Y SUS MÚSICOS EN MI RECUERDO

Desde el año 1969 hasta el 1975, en el teatro cine “La Esperanza” de nuestra localidad, se estrenaron seis de las llamadas grandes zarzuelas. En cada reparto había una serie de integrantes cuyo cometido, si no era tan relevante en cuanto a canto se refiere, si lo era en lo tocante a la dramatización escénica. A todos estos sanvicenteros/as, que fueron piezas indispensables para que tales representaciones se produjeran compartiendo importancia y transcendencia con los solistas, son a los que he convenido en denominar “Segundos Principales”.

Para evitar dejarme a nadie en el camino, y si así ocurriera les agradecería que me disculpasen tal olvido, voy a desglosar estos roles a los que pienso que merecen el mismo respeto y trato que sus compañeros homenajeados en artículos anteriores, ya que si bien aquellos eran muy necesarios, los que vamos a tratar en esta ocasión, les calificaría de imprescindibles.

La primera zarzuela que se representó con el reparto íntegramente de La Masa Coral la Aurora de San Vicente del Raspeig, fue “Los Gavilanes” el miércoles 12 de marzo de 1969, y en ella tuvimos la suerte, el privilegio, el placer de escuchar y aplaudir a:

Alfonso Denia, en el papel de Trinquet, jefe de la gendarmería del pueblo.

José Reig, asumió el rol de Clariván, alcalde de la aldea.

Francisco Zaballos, que encarnó al personaje de Camilo, hermano de Juan el Indiano.

Juan Carretero, representó a Marcelo, aldeano amigo de Juan.  

Mª Cruz Adán; Rafaelita Alcaraz y Angelita López, afrontaron el rol de aldeanas.

Nievesín Beviá, representó a Renata, esposa de Camilo y cuñada de Juan el Indiano.

Paqui Flores, encarnó el rol de Leontina, madre de Adriana y abuela de Rosaura.  

Carmencita Lillo y Carmina Pastor interpretaron el papel de Nita y Emma, amigas y compañeras de Rosaura.

El Director de Escena fue Manuel Marcos; el apuntador, Gabriel Abela y el traspunte y maquillador, Juan Baeza. He de aclarar que el cometido del apuntador y el del traspunte era el mismo, leerles la  totalidad del texto a cada actor – cantor, tanto en las partes habladas como cantadas, para evitar que perdieran el hilo conductor de la representación, la diferencia entre uno y otro estribaba en el lugar de ubicación. Para el apuntador era un lugar fijo, la concha colocada a propósito en el centro del escenario y para el traspunte, era móvil, alternando desde detrás del decorado, entre los telones y  bambalinas, es decir por todo el escenario.   

Concretamente en esta zarzuela, hay varios papeles secundarios de difícil y complicada dramatización, bien por la complejidad del personaje o bien por la caracterización de este. Destacaría, el de la vieja egoísta y casamentera Leontina, y el del aguerrido y bravucón Trinquet. Ambos fueron impecablemente interpretados. Puedo dar fe de ello.

El también miércoles 25 de febrero de 1970, se representó la zarzuela “La del Soto del Parral”. El reparto, además de los solistas a los que ya nos hemos referido en artículos anteriores, fue el siguiente:

Catalina, empleada de la casa y sobrina del tío Sabino.

Alfonso Denia, nos hizo el Damián, empleado también de la casa y enamorado de Catalina.

Francisco Zaballos, asumió el rol de Tío Sabino, mal curandero y tío de Catalina.

Alberto Crespo, encarnó a Bruno, el Tonto del pueblo, y del que los zagales se mofan y él les persigue con su palo.

Luis Torregrosa, asumió el papel del Padrino.

Mari Cruz Adán, interpretó a la Madrina.

Miguel Ibáñez, fue un mozo del lugar.

El director de escena en esta ocasión fue José Reig que compatibilizó tal cometido con la interpretación del personaje del Tío Prudencio. El apuntador, Liberto Gomis.

Si hubiera que destacar algún rol por la complejidad de éste, además del Tío Prudencio, destacaría el de Damián y Catalina. Recuerdo perfectamente su interpretación y puedo decir que fue memorable. Los espectadores se retorcían en sus asientos riéndose a carcajadas. En ocasiones ocurre que una obra está compuesta o pensada para el lucimiento de un personaje determinado, pero también es verdad que en ocasiones el buen hacer de otros componentes secundarios del reparto pueden llegar a eclipsar un tanto la brillantez a los papeles centrales.

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