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Violencia de género recurrente: un patrón desgarrador

Serafin Serrano, Criminólogo

La reciente y trágica muerte de una mujer en Castellón a manos de su pareja (la cuarta que ejercía violencia contra ella), ha puesto de manifiesto un fenómeno preocupante: mujeres que de manera reiterada se convierten en víctimas de violencia de género. Desgraciadamente no es un hecho aislado y se hace necesario analizar las razones que nos permitan comprender por qué una mujer se convierte repetidamente en víctima. Este artículo intentará explorar y exponer los factores psicológicos, sociales y estructurales que pueden llevar a una fémina a establecer esos patrones de abuso en sus relaciones.

1. Ciclos de violencia y “normalización del abuso”. Las mujeres que experimentan violencia desde una edad temprana, ya sea en sus relaciones familiares o en sus primeras relaciones sentimentales, pueden llegar a percibir la misma como algo «normal» en la dinámica de pareja. Esta normalización del maltrato puede hacer que una mujer no reconozca esos primeros signos en una relación o que carezca de las herramientas emocionales suficientes para poner fin a la misma en su etapa inicial.

El “ciclo de la violencia”, un concepto desarrollado por la psicóloga Lenore Walker, explica cómo se perpetúa la dinámica de abuso. Este ciclo incluye fases de tensión acumulativa, explosión violenta y, posteriormente, una fase de «luna de miel» donde el maltratador se muestra arrepentido y promete cambiar. Esta última fase puede dar a la víctima la falsa esperanza de que la relación mejorará, perpetuando así el ciclo de abuso.

2. Baja autoestima y dependencia emocional son factores que pueden llevar a una mujer a convertirse en víctima recurrente de violencia de género. Mujeres que han sido maltratadas en el pasado pueden desarrollar una percepción distorsionada de su propio valor, creyendo que no merecen ser tratadas con respeto o que no son dignas de una relación sentimental. Esta baja autoestima, proyectada sobre sus parejas, las hace más vulnerables a entrar en relaciones abusivas. Y lo que es más peligroso: quedarse en ellas.

La dependencia emocional juega un papel importante en algunas mujeres que pueden desarrollar una sujeción hacia sus parejas, en las que buscan una validación que no sienten por sí mismas. Esta situación puede hacer que, incluso reconociendo el abuso, les resulte difícil dejar la relación por temor a no encontrar otra pareja o al rechazo social.

3. Factores sociales y culturales. En algunas sociedades existen normas y expectativas de género que perpetúan la idea de que las mujeres deben ser sumisas, sacrificarse por la familia y aguantar situaciones difíciles «por el bien del hogar». Estas normas pueden hacer que las mujeres sientan presión para mantener estas relaciones tóxicas, careciendo de apoyo familiar o social para abandonarlas.

En estos contextos culturales la violencia contra la mujer está tan profundamente enraizada que éstas pueden no reconocer ciertos comportamientos como abusivos. Los celos excesivos o el control constante por parte de la pareja se interpretan como signos de «amor» o «protección» en lugar de formas de abuso emocional.

4. La ausencia de redes de apoyo (refugios, asesoría legal y psicológica, etc…) o el desconocimiento de su existencia puede dificultar que algunas mujeres escapen de relaciones violentas. Otras veces existen barreras emocionales que complican este acceso.

5. Trauma no resuelto y patrones de repetición. Desde una perspectiva psicológica, el trauma no resuelto puede hacer que alguien repita patrones de comportamiento en sus relaciones futuras. Cuando una persona no ha superado un trauma pasado puede buscar situaciones que recreen circunstancias similares con la esperanza de un resultado diferente, un intento inconsciente de encontrar una resolución que desgraciadamente nunca llega.

6. Atracción hacia el perfil de pareja abusiva. También es importante mencionar que algunas mujeres pueden, irresponsablemente, sentirse atraídas por perfiles de pareja similares a los de sus abusadores previos. Esto suele relacionarse con la familiaridad (sentirse cómodas con lo conocido, aunque sea negativo) o por una falta de habilidades para identificar comportamientos saludables en una relación.

Concluyendo. No es sólo una cuestión de «elección». Las víctimas recurrentes de violencia de género están influenciadas por una combinación de factores psicológicos, sociales, culturales y estructurales. Reconocerlos es fundamental para desarrollar intervenciones más efectivas que ayuden a las mujeres a romper el ciclo de maltrato y a prevenir que otras se conviertan en víctimas.

Para combatir la violencia de género de manera efectiva es crucial abordar tanto los abusos como esos factores que la perpetúan. Esto incluye educar sobre relaciones saludables, fomentar el empoderamiento de las mujeres a través de redes de apoyo y recursos adecuados, y cambios culturales y sociales que desafíen las normas de género que sustentan este “maldito maltrato”.

La violencia de género es un fenómeno complejo, de múltiples causas interrelacionadas (sin que una sola la justifique), y donde sólo hay un culpable: el agresor.

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