El Campello consigue la exhumación y repatriación desde México de los restos mortales de Rafael Altamira y su mujer, Pilar Redondo

MEX00. CIUDAD DE MÉXICO (MÉXICO), 06/12/2024.- Los restos del humanista español Rafael Altamira y su esposa, Pilar Redondo, son exhumados en el Panteón Español de la Ciudad de México hoy, viernes 6 de diciembre de 2024. EFE/José Méndez

Ayer, 73 años después de su fallecimiento en México en 1951, los restos del humanista, historiador, americanista, pedagogo, jurista, crítico literario y escritor español Rafael Altamira y Crevea fueron exhumados a primera hora de la mañana para ser trasladados a El Campello, municipio español en el que siempre dijo que quería estar cuando se apartara de la vida oficial. El que fuera dos veces propuesto al Nobel de la Paz y su esposa, Pilar Redondo, llegarán en las próximas horas al aeropuerto madrileño de Barajas, desde donde serán trasladados por carretera hasta Alicante.

Los restos del matrimonio fueron exhumados de la fosa 371 (cuartel número 3, ubicada en el Panteón Español del cementerio de la Ciudad de México), en un acto solemne al que asistió el canciller del Consulado de España en México, Juan García Roig, y el servicio funerario Gayosso, responsable del proceso de exhumación. 

En esta primera fase de la repatriación fueron extraídos los restos del historiador alicantino, que se encontraban en el interior de una cripta que contenía una bóveda dividida por dos gavetas. En la parte inferior se localizó al escritor y en la superior a su esposa, que fue exhumada en segundo lugar. 

Posteriormente, los restos se depositaron en dos ataúdes diferentes, ambos protegidos con cápsulas de zinc para “su resguardo y mantenimiento” en el proceso de traslado en avión de México a Madrid este fin de semana, según aseguró el gerente de operaciones de Gayosso, Héctor Santoyo. 

El proceso de exhumación y repatriación de los restos de Rafael Altamira y Pilar Redondo comenzó en 2022, cuando el alcalde de El Campello, Juanjo Berenguer, puso en marcha la iniciativa, que ha tardado 36 meses en convertirse en realidad. La exhumación y repatriación han sido posibles gracias a la unión conseguida entre la familia Altamira, el Ayuntamiento de El Campello, la Generalitat Valenciana y la Diputación Provincial de Alicante, así como la colaboración imprescindible del Consulado General de España en México.

Ha sido pues la unión de todos los niveles de la Administración española la que ha hecho posible que la repatriación sea una realidad: Gobierno Central, Generalitat Valenciana, Diputación Provincial de Alicante y Ayuntamiento de El Campello. “Todos de la mano por esta causa justa, algo que desde el principio nos dio una fuerza increíble para seguir y seguir, por mucho trabajo que ello implicara”, señala el alcalde campellero, Juanjo Berenguer.

No es la primera vez que se intentaba. En los archivos encontramos iniciales gestiones para la repatriación en el año 1987, que incluyeron conversaciones entre Pilar Altamira Redondo (hija del humanista), con Joan Lerma en calidad de presidente de la Generalitat, y Antonio Fernández Valenzuela, entonces al frente de la Diputación Provincial. No se consiguió.

Esta vez, el Consell que preside Carlos Mazón ha destinado una subvención directa de 60.000 euros de la línea presupuestaria «Promoción y fomento de actividades de interés público, sociocultural, económico o humanitario de la Comunidad Valenciana», que permite conceder ayudas para la promoción, el fomento y la realización de actividades de interés público, sociocultural, económico o humanitario.

Para dar fe de la exhumación, además de la delegación consular y directivos de la funeraria mexicana Gayoso, en el acto estuvieron presentes un fotógrafo y un periodista de la Agencia española de noticias EFE, que dejaron constancia escrita y gráfica de la operación.

VUELTA A CASA

Altamira falleció en 1951 y seis años más tarde su mujer (1957). En vida destacó por su labor a favor del diálogo, la educación y la democracia, aptitudes por las que fue propuesto en dos ocasiones al Premio Nobel de la Paz, en 1933 y en 1951.

Su llegada y defunción en México estuvo marcada por el estallido de la Guerra Civil española, periodo en el que fue detenido tras intentar huir del país, a pesar de poseer inmunidad diplomática. Posteriormente llegó a Holanda, pero la invasión de Alemania a los Países Bajos en 1940 le orilló a refugiarse en la ciudad francesa de Bayona. 

El escritor permaneció cuatro años en Francia, y después fue invitado por la Fundación Carnegie a dar clases en la Universidad de Columbia (Nueva York), aunque un inesperado accidente de rotura de la cadera lo obliga a instalarse en México, donde también estaban exiliadas sus dos hijas: Pilar y Nela. 

Dentro de su trabajo humanista resaltó su nombramiento como uno de los diez jueces titulares del Tribunal Permanente de Justicia Internacional, que posteriormente se constituiría en el Tribunal Internacional de La Haya, en el cual fue reelegido durante mandatos consecutivos desde 1921 hasta 1940.

Ahora, después de más de siete décadas, los restos ya exhumados de Rafael Altamira se encontrarán próximamente en El Campello, municipio al que su familia sigue estrechamente vinculado. Aquí residen tres de sus bisnietos.

El destino ha querido que la exhumación se produjera un 6 de diciembre, Día de la Constitución Española.

Tras tener confirmación de que la operación   se había llevado a cabo con éxito, el alcalde de El Campello, Juanjo Berenguer, agradeció al cónsul general de España en México, Manuel Hernández Ruigómez, su implicación en la causa.

“Quiero agradecerle de corazón el esfuerzo y la dedicación que ha puesto en la exhumación de Rafael Altamira y su esposa. Su trabajo refleja no solo un profundo respeto por su memoria, sino también una sensibilidad y compromiso que trascienden lo profesional”, le escribió Berenguer.

“Para quienes admiramos el legado de Altamira, su intervención en este proceso significa mucho más que un acto administrativo. Es un gesto de humanidad y justicia histórica que honra a una figura que dedicó su vida a promover los valores universales de la educación, el diálogo y los derechos humanos. Gracias por poner su empeño en preservar su legado y por recordarnos, una vez más, el valor de la cooperación entre nuestras naciones. Su labor no pasa desapercibida y será siempre recordada con gratitud. En nombre de quienes valoramos la historia y la memoria de grandes intelectuales, reciba nuestro más sincero reconocimiento. En nombre de la corporación que presido, del municipio y personalmente, quiero transmitirle gratitud, aprecio y reconocimiento”, finaliza la misiva.

“Era de justicia repatriar a Rafael Altamira y su esposa desde México y traerlos a El Campello”, declaró ayer el primer edil, con el sentimiento certero de que se ha escrito una página más de la historia de nuestro país.

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