
Las brigadas municipales de limpieza han pasado días dedicadas a despejar de basura, botellas y restos de fiestas algunos rincones de los alrededores del colegio público Rafael Altamira, de donde han recogido ciento de kilos de residuos, en su mayoría botellas de plástico y cristal propias de los ‘botellones’ que organizan los jóvenes, pero también bolsas de basura que vecinos incívicos depositan allí amparándose en que se trata de espacios semiocultos.
El departamento de Servicios y Mantenimiento del Ayuntamiento de El Campello, que dirige Rafa Galvañ, ordenó una limpieza a fondo ante las llamadas de vecinos que alertaban de la suciedad acumulada, y ha pedido a la Policía Local que se mantenga “·vigilante” para evitar que se reproduzcan los botellones y fiestas en esos parajes urbanos.
Como se aprecia en las fotografías del “antes” y el “después” de los trabajos de limpieza, la basura acumulada era mucha. Se ha optado por no limpiar las paredes, repletas de graffitis, por el convencimiento de que, en este caso, dejar los muros blancos sería “toda una invitación” a nuevas pintadas. “Los graffiteros se respetan unos a otros, por lo que si despejáramos de pintadas esas paredes estamos convencidos de que en cuestión de horas la imagen sería la misma”.