
Ernesto Torregrosa Sereix, quien desempeñó el papel de Embajador Moro entre 1990 y 2000 en las Fiestas de Moros y Cristianos de San Vicente del Raspeig, ha presentado un escrito formal al registro municipal solicitando el reconocimiento oficial de Antonio Diéguez Maruhenda, Embajador Cristiano fallecido en 2002 mientras realizaba la Embajada a lomos de su caballo. Esta solicitud se enmarca en la conmemoración del 50 aniversario de estas emblemáticas fiestas.
El escrito de Torregrosa, titulado «En memoria del embajador olvidado», pone de manifiesto la importancia de Antonio Diéguez para la historia de estas celebraciones y propone varias iniciativas para rescatar su figura del olvido. A continuación, se reproduce el texto completo de la petición:
EN MEMORIA DEL EMBAJADOR OLVIDADO
Con motivo del 50 Aniversario de las Fiestas de Moros y Cristianos de San Vicente del Raspeig, que se conmemora este año 2025, y como sanvicentero que forma parte de la historia viva de ellas, al haber tenido el honor de representar la figura del Embajador Moro desde el año 1990 y hasta el 2000, me permito hacerles llegar la petición de reconocimiento oficial de la figura de don Antonio Diéguez Maruhenda, Embajador Cristiano y compañero durante todos mis años de embajada, que falleció el 9 de abril de 2002 mientras escenificaba la Embajada Cristiana en la avenida de La Libertad, frente al antiguo Ayuntamiento, a lomos del caballo.
D. Antonio Diéguez ha sido, en mi humilde opinión, una figura olvidada y poco reconocida por parte de las autoridades municipales y festeras de su pueblo a pesar de haberse dejado la vida en la Fiesta y de la significativa impronta que dejó en ellas. Fue el primer Embajador que realizó la Embajada a caballo; quien engrandeció el acto de las Embajadas y quien las recopiló por escrito y posteriormente también las editó. También fue suyo el germen de la idea de crear una Escuela de Embajadores, realidad que, por desgracia, no pudo ver cumplida y sin que, desde esta institución una vez hecha realidad, se le haya dado el valor que merece.
En lo personal, Antonio Diéguez Maruhenda fue para quien, por aquel entonces era un joven Embajador Moro: un maestro, un amigo y todo un referente. Su generosidad interpretativa y su calidad humana siempre formarán parte de mi aprendizaje.
Por todo ello y, transcurridos 23 años de su pérdida, considero de justicia poner en valor su legado, rescatar su figura y darle el lugar que merece en la Fiesta de Moros y Cristianos del pueblo al que tanto quería, aprovechando el 50 aniversario de nuestras Fiestas. Antonio Diéguez merece que las nuevas generaciones de festeros lo conozcan y que un municipio entero no lo olvide.
Con esta intención, que también he compartido con su familia, propongo algunas ideas para su estudio:
- Placa conmemorativa en el Castillo a quien dio su vida por las Embajadas.
- Dar su nombre a la Escuela de Embajadores pasando a llamarse: «Escuela de Embajadores Antonio Diéguez Maruhenda».