San Vicente del Raspeig es un lugar lleno de historias, y algunas de ellas nos recuerdan que el tiempo no borra los lazos de la infancia. Un grupo de vecinos ha decidido revivir aquellos días en los que la amistad se construía entre juegos y risas en el parque, demostrando que los recuerdos pueden convertirse en un puente hacia el presente.

Corría el año 1965 cuando un grupo de niños, de entre 8 y 10 años, pasaba las tardes en el Parque El Pato, en la calle Aviación. Con un simple balón y la imaginación de la infancia, aquel espacio se convertía en un mundo lleno de aventuras y sueños compartidos. La vida transcurrió, los caminos se separaron y cada uno construyó su historia. Sin embargo, la esencia de aquellos días permaneció intacta en su memoria.
Hoy, sesenta años después, el destino ha querido que estos amigos vuelvan a reunirse. Ahora jubilados, con el tiempo de su lado y las ganas intactas, han formado un grupo que rinde homenaje a su infancia: «EL CLAN DE LA FUENTE DEL PATO». Cada mes se dan cita para compartir un almuerzo, reír y revivir los recuerdos que los unieron. Las reuniones se han convertido en un viaje al pasado, un reencuentro con aquellos niños que nunca dejaron de ser.
Esta historia, llena de nostalgia y alegría, es un reflejo de cómo la amistad verdadera trasciende el tiempo. En un mundo dominado por la tecnología, «El Clan de la Fuente del Pato» nos recuerda la importancia de los lazos humanos, de los momentos sencillos y de la magia de reencontrarse con quienes compartieron nuestra infancia.
Con esta iniciativa, estos vecinos de San Vicente del Raspeig no solo han recuperado su amistad, sino que también han inspirado a otros a mirar atrás con cariño y valorar aquellos días en los que la vida giraba en torno a una pelota y una fuente en el parque. Y es que, a veces, volver a las raíces es el mejor regalo que nos puede dar el tiempo.


