El Campello vivió con solemnidad y profunda devoción los actos centrales de su Semana Santa, protagonizados por las procesiones del Silencio y del Santo Entierro, que recorrieron las calles del casco urbano en Jueves y Viernes Santo, respectivamente.
La noche del Jueves Santo, la tradicional Procesión del Silencio abrió los principales actos religiosos con una atmósfera de recogimiento absoluto. Con la iluminación pública reducida al mínimo, los vecinos y visitantes acompañaron en riguroso silencio el paso de Cristo Crucificado, en una manifestación de respeto y fervor religioso. A partir de las 22:00 horas, la comitiva, formada por la Cruz Parroquial, tambores, emblemas, estandartes, nazarenos, damas de mantilla, la imagen de La Verónica, la Cruz con el Santo Sudario, lienzos de la Santa Faz y el paso principal, contó con la participación de autoridades religiosas y civiles, entre ellas varios concejales y concejalas encabezados por el alcalde Juanjo Berenguer.
Un día después, el Viernes Santo, fue el turno de la emotiva Procesión del Santo Entierro, organizada por la Cofradía del Santo Entierro, presidida por Josefina Sánchez, que este año redobló esfuerzos logrando una altísima participación. La procesión, considerada el acto más destacado de la Semana Santa campellera, reunió a cientos de personas que siguieron el cortejo en un respetuoso silencio solo roto por el sonido de los tambores, las bandas de música —La Nova y L’Avanç— y el canto de emocionantes saetas al paso del Cristo Yacente.
El desfile procesional, perfectamente coordinado, fue encabezado por la Cruz Parroquial con el Santo Sudario, seguida de monaguillos, tambores, estandartes, samaritanas, la Santa Verónica, el Cristo del Silencio, nazarenos, el Santo Sepulcro y la Dolorosa, además de la delegación religiosa presidida por el párroco Pedro Juárez. Cerraban la comitiva las autoridades civiles, con el alcalde Berenguer nuevamente al frente, junto a representantes de la Guardia Civil y la Policía Local.
El Campello volvió a demostrar la fuerza de su tradición cofrade y el compromiso de su pueblo con una Semana Santa que, año tras año, crece en participación, fervor y belleza.
