
En la festiva, festera y siempre vibrante noche de El Campello, el “correfocs” desplegó ayer toda su magia por la Avenida San Bartolomé, con “mascletá” final en la placeta del Monumento al Pescador.
Es un espectáculo que despierta los sentidos y enciende el alma de los amantes de la pirotécnica y del público en general. Es un momento en el que la oscuridad se convierte en imagen cinematográfica, en la que los participantes danzan alrededor de la pólvora y siempre con la música de fondo que emiten xirimitas y tabals.
El cielo se ilumina a su paso, y el estruendo de los cohetes y petardos resuena en los espectadores y participantes, y une a todos en una misma emoción. La música, en vivo y envolvente, acompañó el ritmo frenético que imponían los integrantes de la Colla de Dimonis, transportando a todos, ya fueran valientes corredores o espectadores cautivados, a un mundo de tradición y fervor.
La figura del diablo, con su máscara de fuego y su presencia imponente, se deslizó de nuevo entre la multitud. La calidez de la noche se mezcló, una vez más, con el aroma a pólvora y a mar, creando un ambiente único, alegre, enérgico y misterioso.
El correfocs no es solo un espectáculo, sino un ritual que une generaciones, que mantiene viva la llama de nuestras raíces. En El Campello, esta tradición se vive con pasión, con respeto y con la certeza de que en cada destello de pólvora emana su cultura mediterránea.
El Campello mantiene el uso de la pólvora como uno de los ejes fundamentales en las celebraciones festeras. No hay fiesta grande en el municipio sin que la programación recoja un espectáculo de “correfocs”, en el que el público interactúa con el fuego y los “diablos”.
El correfoc (en castellano “correfuegos”) es una manifestación cultural popular arraigada en la Comunidad Valenciana. Generalmente se celebra de noche, con un itinerario prefijado. Y anoche, El Campello cumplió con la tradición.