IN MEMORIAM: PILAR ALTAMIRA GARCIA- TAPIA – Remedios Climent

Ayer día de nuestros muertos fue también dia de flores y recuerdos. Sonrisas también, porqué no decirlo, y rebuscar entre los recuerdos para honrar la memoria de nuestros familiares y amigos que nos antecedieron en ese camino diluido entre nubes y tiempo.

Pilar llegó a El Campello en busca de las huellas de su abuelo D.Rafael Altamira. Un pasado muy directo con valija oficial de Juez permanente del Tribunal de la Haya y un sin fin de cátedras y demás títulos y Lauros, amen de un rosario de honores en España y fuera de ella. Sus meritorias no lo libraron de la dictadura franquista y el exilio lo llevó a tierras Mexicanas con parte de su familia.

Pilar, su nieta heredó un bagaje de recuerdos, trasladados de su propio padre Rafael Altamira Redondo, que, con impotencia quedo en Madrid. Imposibilidad que, con el tiempo dio el fruto de una hija, Pilar, que, siempre lideró la reivindicación de su ilustre abuelo, enterrado en el pabellón español del cementerio de la Ciudad de México. Indagó, buscó y consiguió. Sin olvidar las altas Instituciones, para la exhumación y repatriacion: Generalitat Valenciana ( Joan Lerma, Ximo Puix), Ayuntamiento de El Campello ( Juan José Berenguer) Diputación de Alicante ( Toni Pérez) y Casa Real ( Rey Felipe VI). Humildemente me cuento cómo un granito de arena. Pero un granito de arena que sumó, al igual que el entusiasmo del pueblo de el Campello y su Comarca en general.

Ayer 1 de noviembre, día de todos los santos nuestro cementerio de El Campello amaneció, como todos los años limpio, cuidado y muy supervisado por unos funcionarios excepcionales como son: Gerónimo, Josep y J.Coca. Engalanado y muy visitado; familiares visitando las tumbas de sus muertos y vecinos y curiosos que se paraban ante el panteón de Rafael Altamira y sus mayores. No faltó nadie, hasta un numeroso grupo de estudiantes holandeses, con sus correspondientes monitores, de intercambio cultural en El Campello.

Me encontré con la obligación, una voluntaria obligación, de explicarles la historia de Altamira. Uno de los jóvenes, curioso me preguntó porqué siendo tan ilustre no tenia sobre la lápida una corona de laureles. Eso mismo me preguntaba yo… un olvido tal vez.
Una monitora, que hablaba perfectamente español comentaba sobre lo frecuentada que era su tumba, y que debió ser un hombre muy querido en el pueblo. Me emocioné al decirle que faltaba la persona más importante, su nieta Pilar. Ella, ese día, se estaba perdiendo su gran logro. Aunque , quien sabe… tal vez si estava. Allí estuvieron sus hijos e hijas. Alli estuvo el pueblo y allí estuve yo, amiga de Pilar y hoy de sus hijos.

Pilar aprendió a querer Campello, sin conocerlo. Tanto lo quiso que nos dejó herederos a los vecinos. Un legado tanto material como inmaterial…» Tanto monta monta tanto». Porque ni a Altamira ni a su nieta Pilar los podemos ver ni tocar, porque la materia ya voló a otra dimensión. Sin embargo lo inmaterial es eterno.

Pilar Altamira Garcia-Tapia fue la impulsora, la «culpable» de que su honorable abuelo fuese exhumado de allende «tierra caliente» y trasladado con honores a su Patria chica de El Campello, en Alicante; la España libre de sus sueños y la tierra adoptiva, por derecho, de nieta y biznietos.

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