LAS SOLEDADES Y LAS BUSQUEDA INFINITA DE LA FILOSOFIA DE VIVIR

Pascual Andrés Tévar

En esta vida cuando los 75 han quedado atrás, cada amanecer, necesitas como el comer, una método, un desafío, un motivo, para que la vida tenga sentido. Y no se trata de hacer descubrimientos extraños, sino de saber buscar, en tu interior, de verdad, ese motivo, por insinuante que pueda parecer, que le dé sentido a ese amanecer.

En consecuencia, invito a los lectores, que naveguen conmigo, para que encuentren , a su personal y apasionante manera, algo, que aparte de las rutinas necesarias de la vida, y del trabajo, y de la jubilación como en mi caso, le dé un poco de argumento especial, al caminar de cada día.

El otro día, en una conversación informal, planteábamos, que antes, estamos hablando de hace muchos años, como argumentaba un señor de unos 104 años, se iban a trabajar, en pleno invierno a las seis de la mañana, porque se había levantado a las cinco, y lo hacía con alegría, sin miedos. Y cuando regresaba a casa, después de toda una jornada en el campo, lo hacía contento, aunque cansado. Es decir, la ansiedad, no existía en esa forma de ver la vida. Eso mismo, es lo que he vivido con mis Padres, y se me quedó gravado para siempre,

Hoy día, la ansiedad, no nos deja ni pensar serenamente. Nos levantamos acosados por el móvil y sus historias. Y queremos hacer tantas cosas al mismo tiempo, que no somos capaces de tener un orden claro. Luego, menos mal, que el trabajo nos controlaba una parte importante del día. Pero, nos costaba mucho, centrarnos, y tiene que ser la obligación de hacer el trabajo, condicionado por el tiempo, el que nos hacía centrarnos en esas horas. Eso es, lo que he vivido, durante la larga trayectoria de mi vida laboral. Pero puedo decir, que la vocación con que lo he vivido, me ha hecho superar la responsabilidad, y tener argumentos para estar, a pesar de las dudas, ansiedades, retos, y sufrimientos, buscar el futuro ilusionado en ese camino.

Ahora, que estoy jubilado, me está costando un mundo, organizar mi vida, porque estaba acostumbrado, a un trabajo, que me absorbía día y noche, porque el asunto no se terminaba incrustado en el despacho, continuaba en casa con los pensamientos. Y claro está, ahora que se abren sin control previo, todo un largo día, tengo que ser capaz de ocuparlo, con sentido positivo y motivado. Y para eso, no vale solo con ser el hombre de bolsa, es decir el recadero del centro comercial, y otras historias similares. Tiene que haber más argumentos, porque si no la película es sosa y aburrida, y falta de chispa.

La cuestión, de darle sentido a mi vida de jubilado, le voy encontrando en las rutinas positivas y estimulantes, como son los almuerzos, y en las comidas, que las hago fuera de casa, en buen ambiente, y rodeado de amigos y amigas que me animan solo con conversaciones breves pero serenas y estimulantes , salvo días especiales de fines semana que se los dedico a mi hija, cuando utiliza sus permisos del acogedor piso tutelado en Alicante, y con mi hijo , cuando puede venir desde su nuevo hogar en Alcázar de San Juan, y tierras castellano manchegas cuando tiene tiempo de su trabajo como arquitecto y diseñador. Que todo me sirve, dadas mis limitaciones de resistencia física para caminar en rutas largas, como la hacía antes, para al menos hacer una hora diaria, pero en tramos de unos 15 o 20 minutos, varias veces al día, con idas y venidas.

La cuestión es , que tengo que asimilar, con los 75 a cuestas, que no hay que vivir solo con las rutinas para cubrir el tiempo, sino al contrario, que hay que saber encontrar en las rutinas como vencer al tiempo, buscando cada día, por insignificante que sea, un motivo que haga que ese día sea importante. Y creo, que estoy empezando a saber buscarlo, y a saber encontrarlo, y darle sentido a la vida.
Tengo una conexión importante, con mi Amigo del Alma, porque hemos dejado de trabajar juntos, después de toda una vida en la asesoría, tenemos una relación especial, que queremos conservar, que no sea solo la empresa de alquiler que compartimos, sino algo mucho más personal, y con filosofía de estar conectados, no solo en lo personal, sino en lo familiar, y saber buscar los buenos momentos para compartirlos.

Tengo otras conexiones motivadoras, con los Amigos del Alma, que he conocido a través de la Peña Madridista San Vicente del Raspeig, desde 1988, que me empujan a seguir activo , como presidente y como peñista .Y de alguna forma me comprometo, a llevar adelante mi representación, y a estar a la altura del compromiso, y en consecuencia tengo que apoyarme en el buen equipo que tengo, porque ahora todo está por internet y página webs y demás historias, con los plazos, y exigentes gestiones burocráticas e informáticas. Pero, ver y vivir los partidos en la sede, lo compensa todo con creces. Y de forma especial cuando compartimos los aniversarios. Y los ratos intensos y vibrantes que vivimos en la sede me dan adrenalina para entender mejor la vida, en todos sus debates y consecuencias.

Claro está, existe un motivo fundamental, que es compartir mi vida, con la mujer y la Compañera, desde hace más de 48 años, y más de 50, desde que la conocí. Y, aunque desde la pandemia, sale poco de casa, mejor dicho selecciona las salidas sola, y juntos paseando y charlando tranquilamente, por decisión personal, salvo en reuniones familiares especiales con mi hermana y familia, solo mirarle a los ojos, sin palabras, cada día, le da sentido a mi vida. Y luego, en sus largas conversaciones, me estimula, las ganas de vivir, y de compartir la vida a su lado, cada instante. Y lo que es más importante, a su lado, no cabe el aburrimiento, porque sabe, como nadie combatirlo, con buenos y estimulantes y sencillos argumentos, eso sí, a su personalísima manera. Y por supuesto, la pasión sigue viva, y se adapta a las circunstancias, pero esa es otra historia.

También es importante, sentirme un ciudadano de esta hermosa y acogedora ciudad de San Vicente del Raspeig, que caminando por sus calles y rincones, me siento partícipe del recorrido de mi historia , ya que viene con apenas doce años desde mi tierra y mis raíces de Yecla, y me acogieron como un sanvicentero más. Y aquí he forjado mi familia, y me he hecho a mí mismo, en el trabajo y en la vida. Y ahora, como un jubilado más, cuando me saludan los clientes de la asesoría de toda una vida, y me llaman por mi nombre, les contesto con alegría, aunque a veces, como son tantos , no me acuerdo de sus nombres, pero el saludo cálido y sincero, es lo que cuenta.

Por otra parte, existe un motivo personalísimo, de estar enganchado a la lucha por vivir , y es mi afán de escribir, que desde hace años, colaboro antes con EL RASPEIG, y ahora con SOMOS RASPEIG, como periódicos que me han dado la oportunidad de escribir artículos semanales, donde traslado mi forma de ver la vida, a través de la mía, de mis amigos, y de la Peña Madridista San Vicente del Raspeig, y aunque es una afición y una pasión, también lo veo como un compromiso personal, que me hace comunicarme con el mundo, y conmigo mismo. Y aceptando todos los comentarios en las redes sociales, desde la libertad, y la responsabilidad, me doy por satisfecho si se entretienen un ratito para leerlos cada semana. Otra cosa es escribir un libro, pero ese reto, con todo lo que conlleva, lo dejo para más adelante.

Así que, continuare en el recorrido del camino infinito de cocerme a mí mismo, para saber transmitir mis sensaciones y pensamientos, en libertad, y a mi manera, y trataré de buscarlos, no solo en mi personal, sino en todo lo que gira a mi alrededor. Y tratar de encontrar argumentos, para transmitir cada semana, a través de esta la hermosa ventana de SOMOS RASPEIG, lo que siento, lo pienso, y lo que me debato cada día, eso sí, buscando el empuje de nuestra increíble luz mediterránea.

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