Aun recuerdo cuando, contando unos siete años nos obligaban a ponernos firmes frente a la iglesia del pueblo. Había que idolatrar un cartel colocado en la misma fachada alabando al fascismo, al tiempo que cantábamos el «Cara al sol». Los niños lo único que sabíamos era lo que nos decían nuestros padres: » silencio y obediencia», en este caso a los maestros del cole que eran quienes nos dirigían.
Cara al sol con la camisa nueva… Pero ninguno llevábamos camisa nueva ni zapatos. Alpargatas y blusas descoloridas. Esa era la España de la dictadura; gris y llena de silencios que caminaba bajo palio y obligado confesionario.
Tal vez por prudencia, o por » olvidar», nuestras abuelas, también nuestras madres, poco quisieron contar de aquel poeta oriolano que dejaron morir en la cárcel de Alicante, del hambre y del pan y cebolla. Hablaban a escondidas y siempre que observaban la presencia de menores decían: » Hay ropa tendida». La mujer no tenía derechos, salvo obedecer al marido y parir. Todavía quedan abuelas que lo pueden contar…pero para los nietos son solo batallitas de una vieja que chochea. Y así nos va!
Pero los señoritos de apellidos compuestos y rimbombantes, no aceptan la democracia. No la aceptan porque sin aguilucho, yugo y flechas, todos somos iguales. En España ya nos hablamos de tu y eso, según para quién no es aceptable.
Todo cambió desde el día que Feijó se dio cuenta que por mucho botox y retoques que se haga, Sánchez tiene más talla que el. Ese es el problema. No se entiende de otra manera la rabia y el odio que destilan por sus pupilas. Mira que pedirle al presidente que lo deje gobernar dos años. Y es que, el sabe muy bien que no va a gobernar. Antes veo a Aznar y, por supuesto, visto lo visto, Abascal. A este último ya se le siente por las calles de Torre Pacheco. No hace falta su presencia …los mensajes cuelan y están alterados y dispuestos.
Cuando cumplí nueve años la familia emigramos al norte de África ( protectorado francés) donde mi padre fue requerido por su trabajo de calafate de ribera. Personalmente di un salto brutal que me llevo de cantar del cara al sol ( fascismo) a cantar todos los días al entrar al colegio: La Marsellesa…» Allons enfent de la patrie le jours de gloire est arrivé».
Ahora, en estos días los jóvenes exaltados gritan un canto terrible » moros de mierda». Esto es muy, muy terrible; una juventud que todo se le ha regalado: no hicieron carreteras, no levantaron casas ni mantuvieron familia, no plantaron árboles ni, ni seguramente leen libros. Pero quieren expulsar 8.000.000 millones de seres humanos, nuestra mano de obra, nuestros hermanos de la otra orilla. Quieren enemistarnos con otros gobiernos bailándole el agua, por no decir la mierda, a Trump y sus locuras. Quieren que España caiga para levantarla, a su manera. No saben lo que les espera, a estos hijos nuestros.
