Pascual Andrés Tevar

Aquel chiquillo, como decía en artículo anterior, se convirtió en un muchacho en mi querida YECLA, y gracias a su afán de trabajo duro, bien inculcado por sus padres BLAS y TERESA, se ganó el derecho a una beca-salario para iniciar sus estudios de bachillerato técnico superior en el INSTITUTO ARZOBISPO LOZANO, de la acogedora localidad de JUMILLA. Y teniendo meridianamente claro, que el reto era obtener una nota media de notable alto, para poder continuar curso a curso, y año a año.
Ese muchacho, empezaba a ser consciente del reto al que se enfrentaba, y por otra parte, tenía claro lo que su Padre le había transmitido, que si no podía obtener la beca-salario, le buscaría trabajo en la construcción, ya que era su profesión y tenía puertas abiertas. Así que el asunto estaba meridianamente claro. Y por otra parte, sabía que se enfrentaba a un mundo desconocido en todos los aspectos. Y como tuvo tiempo, lo fue asumiendo, con todas las consecuencias. Aunque el miedo al desafío era el pan nuestro de cada día y de cada noche.



Eses muchacho, empezó en el curso con el examen de ingreso el 13 de junio de 1964 con sobresaliente, y a lo largo de los estudios que finalizaron el 16 de junio de 1971 con estos resultados globales de los cursos desde 1964/1965 hasta 1970/1971:
EXAMEN DE INGRESO……………………………………..SOBRESALIENTE
MATRICULAS DE HONOR…………………………………DIECISEIS (16)
SOBRESALIENTE………………………………………………VEINTE Y DOS (22)
NOTABLES……………………………………………………….VEINTE (20)
APROBADOS……………………………………………………CATORCE (14)
Ese muchacho, convertido en estudiante, por los resultados supo estar a la altura, no solo para sacar adelantes las becas-Salario cada año, sino por ganarse amigos, por saber convivir, y para saber ganar la batalla más importante, que es la de hacerse un hombre responsable, con la humildad por delante, y, con todas las consecuencias.
Ese muchacho y estudiante, supo adaptarse al sistema de residencia, en un piso , que era el internado, como le llamábamos del Instituto, en el que convivía con otros estudiantes, que venía de localidades cercanas, y supo adaptarse a las normas. Aunque algunas veces, recuerdo, que la Guardia Civil, nos echaba del parque cercano, porque no eran horas para estar en la calle, por las normas del franquismo y otras historia de la dictadura y demás consecuencias. Y recuerdo que aunque la asignatura de Formación del Espíritu Nacional, la hacía por obligación, y cada año era un tema más complejo mentalmente, porque la libertad iba ganando terreno en su pensamiento, también la aprovechaba, para entrar en concurso de redacciones, hasta el punto de ganar un premio de diploma y en metálico, que sin permiso de sus padres, se lo gastó en unos zapatos.
Ese muchacho y estudiante, fue transformando su pensamiento, hasta el punto que cada vez entendía mejor que la libertad, no tenía nada que ver con el régimen político, pero lo llevaba como un sentimiento, Y las asignaturas marías como los talleres, el dibujo, y la enología, donde estaban los aprobados, era todo un reto, hasta el punto que tenía que intervenir el claustro de profesores,, para mantener mi nota media para la beca-salario, motivado porque era un buen estudiante en las asignaturas importantes. Y por otra parte, la asignatura de la formación del espíritu nacional, con buenas notas, me servían como distracción, y entender cómo estaba cambiando su forma de entender la vida interior, y la que le quería poner en marcha, a mi manera, en la vida en el Instituto, día a día. Pero, las rebeldías las compartía con los amigos. Y con los profesores, el lema es sacar buenas notas para la media. Y menos mal, que el claustro de profesores, en la asignatura marías antes citadas, me echaba una mano, ya que nunca he sido un manitas, ni me ha gustado la agricultura y otras historias similares, pero la cuestión era conseguir llegar la media total del notable, imprescindible para renovar la beca salario, que era el reto a superar curso a curso, durante siete largos años de mi vida en el instituto Arzobispo Lozano.
Ese muchacho y estudiante, empezó a conocer a las chicas, dentro del instituto, y sobre todo en los guateques, que organizaban en algún piso, y donde empezaba a ver ese mundo, que hasta entonces había sido todo de pensamientos e ilusiones. Y los cubalibres y demás historias se hacían norma de convivencia a ratos. Pero, siempre claro, que la beca-salario había que renovarla cada curso. Y eso sí, tuvo un amor platónico, que lo vivía intensamente, y hasta le escribía poesías, pero se quedó en eso.
Ese muchacho y estudiante, seguía como podía cultivando con pasión, su Madridismo, en los partidos de Copa de Europa de su Real Madrid, y de orgulloso de saber que tenía cinco Copas de Europa continuadas, para afrontar cualquier debate con los compañeros. Y aunque era en pocos ratos, en el salón del instituto, trataba de llegar a tiempo para vivirlos con pasión, sin dejar de lado la exigencia del curso, y de la nota media para la beca-salario. Y aunque a veces era complicado, aprovechaba aunque fueran minutos para ir al salón ver lo que pudiera, y enterarse del resultado final de cada partido, conviviendo con las normas y demás historias, de la dura y persistente y escabrosa disciplina reglamentaria.
Ese muchacho estudiante, pasaba mucho tiempo en el Instituto y en la residencia o internado, ya que desde el curso 1963-1994, la familia se había trasladado hasta SAN VICENTE DEL RASPEIG, en la calle San Juan, esa acogedora y hermosa ciudad, que es mi nueva residencia, y que me ha hecho sentirme siempre bien acogido, como en mi casa. Y claro, como no venía a casa, ellos, con todos los sacrificios por medio, tenían que viajar en autobús para poder verme y disfrutar de mí a ratos contados en Jumilla. Y tenía claro, que aunque ellos estaban orgullosos, todo dependía de seguir manteniendo la beca-salario, porque era el objetivo primordial para seguir estudiando en el Instituto Arzobispo Lozano de Jumilla. Luego claro, llegaban las vacaciones de verano, que mi Padre, se preocupaba, con detalle y esmero, de que no me aburriera, buscándome trabajos distintos cada verano, desde fábrica El Águila de cervezas en Alicante, en la cinta transportadora. Desde Correos en Alicante, en horario nocturno de 22 a 6. Desde repartidor de prensa en la Paya San Juan de Alicante, con mi hermana TERE, que algún día hablaremos de ella como se merece, generosa, valiente, e incansable COMPAÑERA de fatigas. Desde la empresa Bonnysa en San Vicente del Raspeig recogiendo tomates. Eran todos unos veranos interesantes, y el dinerillo, para mis cosas, pero bien controlado y administrado por mis Padres.
Ese muchacho estudiante practicaba el deporte como asignatura más que por vocación, y también el fútbol, en los ratos que lo organizaban dentro del Instituto, aunque no competí en ninguna competición oficial. Pero al menos me servía para desahogarme.
Ese muchacho estudiante, en la vida en el piso o internado, donde residíamos los “como lo llamaban”, pasaba muchas horas estudiando, pero encontraba tiempo, para ver series en la única televisión como Historias para no dormir, y las dedicadas a Alfred Hitchcock, que siempre me han atraído, y lo siguen haciendo, porque el misterio y la intriga en toda su extensión, son temas que me atraen desde que era un niño.
Ese muchacho estudiante, se fue convirtiendo en un hombre, en todas sus consecuencias, debates y dilemas, y era consciente, que al finalizar el curso 1970/1971 y examen final, tenía que plantearse, como quería seguir su vida, donde quería proyectarse, y sobre, descubrir la vocación, que le lleve a seguir un camino y su futuro, en todas las consecuencias.
Ese muchado estudiante, en el internado en las largas noches de preparación de exámenes de finales de trimestres, u otros más importantes, tenía en encargo y la confianza, de ir habitación por habitación, previamente controlada, y a horarios controlados, para ayudar a los buenos compañeros y amigos, o despertar en la madrugada, para preparar las asignaturas más complicadas, especialmente las matemáticas, la física y química, y la lengua española , en la que sacaba las buenas notas. Y al final, hacíamos un buen equipo, y un buen trabajo, que como paso en el reencuentro 50 años después, con motivo de la celebración del 60 ANIVERSARIO del IES ARZOBISPO LOZANO, en 2014, me lo continuaban agradeciendo, y me hacía sentirme orgulloso, de haber podido ayudarles a buscar su futuro. Y me emocioné, al volver a pisar sus pasillos, sus aulas, su paraninfo, su salón principal, y recordar, y revivir, la historia de aquellos maravillosos y trepidantes, y desafiantes años.
Así que, finalizada esta etapa de mi vida, estaba envuelto en dudas, pero estaba por otra parte preparado para buscar con fe el futuro, de encontrar, a la compañera de mi vida, de mi trabajo y vocación al mismo tiempo, pero esa es otra historia. Y entretanto, sigo teniendo dentro a ese muchacho, al que algunas veces, me agarro, para darme fuerzas, y valor, para desafiar el futuro, y, siempre, con la ayuda de nuestra increíble luz mediterránea.