
La Sala Euterpe, ese último refugio para la música en directo auténtica, con alma y alejada de ataduras comerciales, volvió a vibrar anoche con una de esas citas que se quedan grabadas por su sinceridad y su fuerza emocional. En su escenario debutó Resiste Makondo, un nuevo proyecto que, pese a su reciente nacimiento, llega con el pulso maduro de la experiencia.
La Sala Euterpe se llenó hasta los topes —literalmente—. El aforo completo dejó fuera a muchos que se quedaron con las ganas de vivir el estreno de esta nueva formación, nacida del encuentro entre Víctor Antón y Vicente García, dos artistas que comparten una misma forma de entender el arte: desde la verdad, desde la emoción y desde el compromiso con lo que no se ve a simple vista.
Antes de comenzar el concierto, se proyectó el videoclip del tema “Juramento”, escrito por ambos y rodado en la propia Sala Euterpe, una pieza audiovisual que simboliza perfectamente el espíritu del grupo. Durante la presentación, Vicente García agradeció al IES García Berlanga y a sus alumnos por su implicación en la grabación del vídeo, un trabajo que ya puede verse en YouTube (ver videoclip aquí).
Resiste Makondo no es un grupo más. Es una alianza creativa que mezcla música, palabra e imagen, un proyecto que explora la narrativa de las derrotas cotidianas con una sensibilidad poco común. En tiempos donde todo parece girar en torno al éxito, Antón y García reivindican “La Belleza de la Derrota”: esas historias de vida que habitan en los márgenes, las de quienes luchan sin ser héroes, las de quienes pierden pero no se rinden.
Sobre el escenario, el grupo demostró que su propuesta no busca complacer modas ni etiquetas. Con un sonido sólido, emocional y sincero, cada tema fue una historia contada sin artificios, con esa mezcla de fragilidad y fuerza que sólo tienen los proyectos que nacen desde la sinceridad y no desde un laboratorio de marketing.
Lo de anoche no fue solo un debut. Fue una declaración de principios. Resiste Makondo ha llegado para recordarnos que la música, cuando es auténtica, no necesita más que una sala llena de almas dispuestas a sentir.