Alumnos y profesorado de Relaciones Laborales de la escuela universitaria de Elda se interesan por la defensa de los derechos de los obreros de Rafael Altamira

El Centro Cívico de Elda acogió ayer por la tarde otro acto integrado en la programación del “Año Altamira” diseñado por el Ayuntamiento de El Campello. En esta ocasión, la sede de la Universidad de Alicante en la capital del Medio Vinalopó convocaba al alumnado y cuerpo docente de la especialidad de Relaciones Laborales para conocer la defensa de los derechos de los obreros, faceta menos conocida de Rafael Altamira.

Las charlas suscitaron interés, y muchas preguntas de los asistentes a los ponentes, entre los que estaban José Joaquín Martínez Egido (director de la sede universitaria de Elda), la catedrática Eva Valero (coordinadora del ‘Año Altamira’ por parte de la Universidad de Alicante), José Ferrándiz Lozano (profesor de la Escuela Universitaria de Relaciones Laborales de Elda), Diana Jareño Ruiz (directora del Secretariado de Apoyo a Estudiantes y Empleabilidad de la UA), José Ramón Lillo Jara (abogado del despacho Pérez Segura que por encargo del Ayuntamiento de El Campello gestionó los trámites para la repatriación desde México), y José Ángel Camisón Yagüe, catedrático de Derecho Constitucional.

Los ponentes coincidieron en la vigencia del pensamiento de Altamira hoy en día, 74 años después de su fallecimiento, con respecto a los derechos de los trabajadores (en 1914 publicó el libro “Cuestiones obreras”) y la economía popular.

José Ferrándiz centró su intervención en reseñar cómo Altamira describió y escribió sobre la organización del trabajo en tierra y en el mar, y especialmente interesante resultó saber que, ya a principios del siglo XX, discurrió sobre una situación que perdura: la economía sumergida en el sector de fabricación del calzado.

Para ello, se desplazó a los municipios de Sax, Elda y Petrer, que destacaban por la importante implantación de la industria alpargatera, que surgió ya en el siglo XVIII, y pudo comprobar cómo muchas mujeres trabajaban en sus casas ensamblando las piezas para dar forma a ese tipo de calzado. Eran las “aparadoras”, que trabajaban a destajo sobre todo los fines de semana. Poco ha cambiado la cosa desde entonces.

“De ese trabajo vivían casi todos en los pueblos, surtiendo de ese calzado a los almacenes de Madrid y otros puntos de España”, señaló Ferrándiz. Altamira, tras ese recorrido, enfatizó más su idea de defender el acceso a la educación a la clase obrera.

LARGO PROCESO

Muy interesante también la exposición del abogado José Ramón Lillo Jara (del despacho Pérez Segura), que por encargo del Ayuntamiento de El Campello gestionó los trámites para la repatriación desde México de los restos mortales de Rafael Altamira y su esposa, Pilar Redondo.

Lillo desgranó paso a paso el proceso jurídico-administrativo superado hasta conseguirlo en diciembre de 2024, que duró más de dos años y resultó extraordinariamente complejo. “Lo hicieron”, finalizó el letrado refiriéndose al Ayuntamiento de El Campelo, “porque no sabían que era imposible”, haciendo suya una frase del poeta francés Jean Cocteau que después hizo suya el físico alemán Albert Einstein.

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