El club privado: La Piscina

Ángel Sánchez

Opinión

Lo que más me llamó la atención del debate sobre el “nuevo” (que no lo es, porque es un simple compendio de retoques del original) proyecto de gestión de la piscina fue el nivel de coincidencia que, aunque con intentos de matización (que bien podrían haber introducido cuando tenían las responsabilidades de gobierno), se dio entre los partidos del gobierno y los principales de la oposición. Tanto PSOE como Compromís centraron su discurso en su voluntad de no “bloquear” la apertura de la piscina. Realmente no se muy bien si de forma sincera o desde la táctica de esperar que el futuro concurso quede desierto, aunque esto es ahora indiferente. Y ese discurso, pese (como decía) a estar matizado por apuntes sobre otras posibilidades, sigue la senda que ambos partidos, como principales sostenedores del gobierno de coalición 2015-2019, establecieron (con la abnegación del PP, que colaboró gustoso en una solución que era y es la suya, por “principios”) sobre la gestión privada frente a cualquier otra de la piscina e instalaciones anexas. La derecha gobernante siempre apostó por imponer sus ideas, anteponiendo el interés empresarial sobre la evidente vertiente social del servicio en cuestión pero, ¿la izquierda?. Personalmente creo que si la alternativa planteada a última hora y con la boca pequeña sólo son matizaciones para salvar la cara ante una más que vidente coincidencia.

Personalmente siempre he apostado por la necesidad de sumar las más amplias mayorías posibles a los proyectos que trascendiesen un mandato, fundamentalmente por no crear hipotecas a los posibles gobiernos alternativos que pusiesen venir fruto de las elecciones. Pero al igual que creo en esas mayorías “cualificadas”, creo que en el marco de ese debate/negociación se deben aportar puntos de vista políticos que diferencien en las opciones políticas en función del programa (si lo tuviesen), de sus principios, valores e ideas. En ese contexto, el proyecto final debería haber salido enriquecido por las aportaciones y cesiones de unos y otros, algo que no se ha producido, porque lo que hicieron y han hecho los que se autodenominaron “gobierno del cambio” es asumir el paradigma de la creación de un club privado con medios públicos, desechando cualquier otra alternativa, no se muy bien si rehenes de sus propias limitaciones políticas o de un entramado técnico con una visión unidimensional y claramente sesgada de la gestión de los servicios. La cuestión es que se ha aceptado, pese a que el voto fue “ponerse de perfil”, en primer lugar un nuevo estudio lleno de inconcreciones y vaguedades, amen de errores y omisiones. En segundo lugar, se ha renunciado a introducir nuevas formas de gestión mixta de éste y casi por extensión, de cualquier otro servicio, difuminando más si cabe, la frontera entre los diferentes partidos políticos, algo que a la ciudadanía le costará entender al igual que le cueste entender que la piscina lleve cerrada tantos años sin que nadie, ni los que estaban ni los que están, hayan puesto sobre la mesa medidas que, aunque temporales, diesen salida a uno de los servicios municipales más caros de la historia de El Campello ( sumando todos los gastos de una infraestructura sin uso).

Sobre los “argumentos” que cada uno planteó en el Pleno municipal, creo que dan para un análisis más sosegado, no por su contenido sino porque es complicado analizar argumentos tan contradictorios y absurdos como los utilizados para justificar una decisión que tiene que ver poco con la gestión y mucho con la imposición política. La ciudadanía podrá comprobar en sus propias carnes la calidad del servicio en todos los aspectos, siempre y cuando las empresas (por las que tanto miran nuestros próceres) vean que ahí hay negocio y opten por pujar por el servicio. Y podrá comprobar que un club privado con recursos públicos, es posible. Que un aparcamiento privado en suelo público, es posible, y que el acceso de la población en general a ese ansiado servicio no va a ser tan “popular” como debiera.

Las cifras de beneficios que el refrito del último informe (y sí, los informes pueden cuestionarse los redacte quien los redacte, sean catedráticos o astronautas) plantea debería despertar las dudas en los representantes públicos, pues experiencias gravosas para las arcas municipales y nunca resueltas de forma satisfactoria ( responsabilidades) hemos tenido, estamos teniendo y esperemos que no las sigamos teniendo.

Para terminar creo que  PSOE y Compromís, al alinearse con el gobierno en éste asunto, ha renunciado a un proyecto propio en materia de gestión de servicios municipales: la retórica queda bien para los acólitos, pero es poco efectiva en la mejora de la vida de la gente. La construcción de marcos simbólicos a través de matices nos lleva a ese paradigma tan de derechas como es: todos queremos lo mismo. Si, pero de forma diferente; poniendo por delante a unos en vez de a otros, priorizando la eficacia en dotar a nuestra población de servicios de calidad y, sobre todo accesibles. Y sobre ésto último, sólo basta con ver los tramos de tarifas para ver con claridad que hay, además de sectores potencialmente marginados, otros completamente olvidados. Será porque todavía no votan, aunque espero que tengan memoria y sepan dilucidar quien o quienes les olvidaron y quienes no.

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