Tres años después el CEIP Raspeig volvió a plantar su hoguera, un monumento artístico en el que el alumnado trabajó las artes plásticas con diferentes estilos, texturas y todo con material reciclado.
El cuerpo central de la hoguera representaba aquello que este año quisieron «quemar» como símbolo de “lo malo” que han vivido: el volcán de Canarias, la guerra y, por supuesto, el covid.