El sábado 26 de junio quedará señalado como una fecha inolvidable por Juan A. Requena Sánchez, que ha recibido el homenaje de su clientela, después de casi medio siglo en la boca de horno.

El insólito acto tuvo lugar a las 12 del mediodía ante el número 36 de en la calle Santa Teresa del Campello, donde se sitúa la tradicional ‘panadería Hilario’ establecimiento a qué acudieron decenas de personas para despedir, con aplausos, vivas y los sonidos de la sentida copla ‘Cuando un amigo se va’, al popular panadero en su último día de trabajo.

El protagonista, sorprendido por las muestras de afecto, manifestaba no tener palabras para agradecer la iniciativa de sus convecinos: «Nunca podré olvidar este momento y no sé cómo corresponder a tantas muestras de cariño», murmuraba entre lágrimas Juan Requena, natural de Granada que se trasladó con sus padres en la localidad, a principios de los años sesenta y después de un tiempo empleado de la empresa tomatera Bonny, el 1973 entró como ayudante de Jesús Gil Nortes, yerno de Hilario Fuensanta y Pepeta Esteve, titulares del negocio en aquellas fechas. «Todos mis conocimientos se los debo al sr. Gil y desde que en 2006 empecé a regentar el negocio, lo hice siguiendo sus indicaciones y la verdad es que no no podemos quejar, aunque dejo tristeza este trabajo que hubiera deseado continuar.

Siempre hemos trabajo artesanalmente y con materias de primera calidad, que son los que dan empaque al producto. A los clientes no se les puede engañar y ellos té lo pagan con su fidelidad a lo largo del tiempo. El secreto no sólo está en la masa, que se tiene que elaborar diariamente, también influye mucho en el resultado final la cocción con leña, que da una textura, un sabor y un color que no puede conseguirse con las panificadoras industriales elaboradas con productos procesados y electricidad», puntualiza Juan Requena, que ha venido despachando diariamente unas 350 barras de pan, tanto caseras como integrales, aunque estas significan menos del 10% del total. También estaba especializado en las cocas saladas, de ‘molletes’ y de frito, así como los exquisitos ‘rollets morenets’, mantegadetes, toñas y las monas de Pascua, de las que vendía unas doscientas unidades. «Igualmente hemos servido a muchos bares y restaurantes del pueblo y trabajado encargos, con mención especial a una barra de pan casero de más de 2 metros de longitud y 16 kilos de peso, que me costó una barbaridad meter en el horno. Atada sobre una furgoneta, se la llevaron a la hería el día de san Juan en Alicante y fue la atracción de propios y extraños en los alrededores de la plaza de toros», recuerda nostálgico el sr. Requena Sánchez.

Situado al camino viejo de la Vila -arteria primigenia de la localidad- el conocido originariamente como ‘horno de Pepeta ‘, se sitúa a escasos ciento metros de la plaza de la Iglesia -Canalejas- y, según Jesús Gil Fuensanta, fecha de mediados de 1880, cuando su bisabuela Rosa Baeza Claver, inició la actividad que continuaron sus abuelos, Josefa Esteve Baeza y Hilario Fuensanta; y padres, Josefa Fuensanta Esteve y Jesús Gil Nortes. El horno lleva el nombre de ‘panadería Hilario’, desde 1940 y la familia disponía de otra horno a la esquina con la calle Elcano, pero en 1923, cuando instalaron la electricidad, decidieron desprender de aquel. El 1960, actualizaron la maquinaria y el horno, que es lo más antiguo del Campello y, según nos revela el sr. Gil, proseguirá en el futuro, pero en manos otros profesionales.