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Joaquín Sabina abre la puerta grande en la Plaza de Alicante

Segundo toro para Joaquín Sabina en el coso alicantino, después del éxito de la primera noche, y ante un público que esperaba como agua de mayo al maestro ubetense tras 6 años desde que pisara por última vez el albero de la plaza de Alicante.

Y el respetable tuvo lo esperado, mucho más en una gira que el artista titula “Contra Todo Pronóstico”, en la que da la sensación de que no se puede esperar nada porque esta gira no debería estar pasando; una gira contra todo pronóstico después de que muchos creyeran al cantante amortizado tras su salto al vacío en el foso del Wizink Center hace 3 años.

Pero más “cornás da el hambre”, y ni el ictus sufrido en el año 2001, ni la nube negra que se acomodó en su cama un par de años más tarde, ni el “Pastora Soler” que le paralizó en el año 2014 sobre el escenario del Wizink, ni los achaques sufridos desde entonces hasta llegar a la caída de Madrid, han podido con él, muy a pesar de algunos y para celebración de casi todos.

Y es que mala yerba nunca muere, así que ahí estuvo Joaquín nuevamente sobre las tablas de Alicante, a sus 74 primaveras y contra todo pronóstico, en una gira que huele a despedida y que es un regalo para su público y quizás también para sí mismo, y de la que no se debe esperar nada sino disfrutar de un tiempo de descuento que ojalá dure para siempre.

Salía el poeta puntual al escenario a cantar sus versos con el público bajo un agua de mayo que no sólo había amenazado durante toda la tarde, sino que había sido incipiente y había hecho sobrevolar la duda de la cancelación; pero un Joaquín acostumbrado a hacer arte de la adversidad y a convertir en belleza las miserias, saludaba al respetable con gesto torero y quitándose el sombrero ante una plaza con un aire parisino que le otorgaba los paraguas y chubasqueros mojados, una vez más contra todo pronóstico.

“Cuando era más joven viajé en sucios trenes que iban hacia el norte…” fueron las primeras palabras del maestro, haciendo vibrar a las más de 7.000 almas que reventaban la plaza en el segundo “no hay billetes” de la semana, y que era toda una declaración de intenciones en un repertorio cargado de nostalgia y de pasado, donde sonaron 22 temas de los que tan sólo 5 pertenecen a este siglo.

Tras el primer tema “Cuando era más joven” (Juez y Parte. 1985) confesaba Joaquín ante los presentes que después de casi 4 años sin subirse al escenario, alguna vez había pensado que no volvería a pasar, así que agradeció al público alicantino su presencia con un poema de presentación en el que contaba su relación con el “Mare Nostrum que vacuna mis huesos maltratados en las doradas playas de Alicante”.

Pero ya con la segunda canción llegaba la hora tan temida de poner los pies en el barrio y el grito en el cielo, y hacer balance de la vida de Joaquín con “Sintiéndolo Mucho” (2022), tema principal de la película del mismo título y con la que Fernando León de Aranoa cuenta la historia de Joaquín con el material rodado durante los 13 años que ha acompañado al artista, y que ha supuesto el Goya a la mejor canción original para Sabina y Leiva; una vez más, referencias al pasado y su relación con el presente: “no tengo nada que olvidar de mi pasado, por eso espero que el olvido no se olvide de quien fui.”

A continuación “Lo niego todo” (Lo niego todo.2017), donde niega incluso la verdad.

A partir de ahí, el público pudo hacer un viaje de aproximadamente 2 horas al pasado musical de Joaquín Sabina, gozando de algunos de sus temas imprescindibles, pero también de algunos tesoros de la obra de Joaquín que no se dejan escuchar habitualmente.

Sonaron en la plaza de Alicante, además de los temas mencionados, “Mentiras piadosas” (Mentiras Piadosas. 1990), “Lágrimas de mármol” (Lo niego todo. 2017), “Cuando aprieta el frío” (El hombre del traje gris. 1988), y rendía homenaje a su amiga Chavela Vargas cantando “Por el bulevar de los sueños rotos (Esta boca es mía. 1994) para celebrar su vida, que no su muerte; además, se escuchó “Llueve sobre mojado” (Enemigos íntimos. 1998), no pudiendo ser más acertado este tema para la noche alicantina.

En este momento Joaquín se tomaba un descanso, mientras dejaba el espectáculo a cargo de su banda, entre los que militan el batería alicantino Pedro Barceló, de Formentera del Segura, y los habituales Mara Barros y Antonio García de Diego, pero con la muy presente ausencia de su escudero Panchito Varona durante esta gira; la voz femenina de Mara interpretaba “Yo quiero ser una chica Almodóvar” (Física y Química. 1992), y a continuación Antonio García de Diego cantaba “La canción más hermosa del mundo”, incorporándose Sabina en el último verso.

Tras el recreo, continuaba la clase magistral haciendo referencia nuevamente al paso del tiempo con “Tan joven y tan viejo” (Yo, mi, me, contigo. 1996), e interpretando seguidamente “A la orilla de la chimenea” (Física y química. 1992), “Una canción para la magdalena” y “19 días y 500 noches” (19 días y 500 noches.1999), “Peces de Ciudad” (Dímelo en la calle. 2002), “Y sin embargo” (Yo, mi, me, contigo. 1996) con la habitual entrada del poema “Y sin embargo te quiero” de Quintero, León y Quiroga recitado por Mara Barros, y terminando con una versión muy rockera de “Princesa” (Juez y parte. 1998), con la que nos puso los pelos de punta y que nuevamente hacía un guiño al pasado, ya que esta canción había sido sustituida de forma natural por “Barbi Superestar”, y haciendo bailar a todo el público.

Los bises corrían a cargo de “El caso de la rubia platino. (19 días y 500 noches. 1999), “Contigo” (Yo, mi, me, contigo. 1996), y el mix de “Noches de boda” (19 días y 500 noches. 1999) junto con “Y nos dieron las diez” (Física y química. 1992).

Preguntaba entonces Joaquín a qué hora había que estar en casa y aconsejaba al público no decir que habían estado con él, para terminar a continuación con “Pastillas para no soñar” (Física y química. 1992).

Cada cual que decida si quiere vivir 100 años, o vivir como Joaquín, pero lo que sí es cierto es que no queremos ninguna pastilla que nos quite los sueños, porque lo vivido el pasado viernes en la Plaza de Alicante fue precisamente un sueño en el que Joaquín Sabina nos regaló su vida entera a través de sus canciones.

Como epílogo, mientras los músicos se despedían del personal, sonaba “La canción de los buenos borrachos” (Enemigos íntimos. 1998), no sabemos muy bien si por la borrachera de canciones que Joaquín Sabina nos había proporcionado, o como alguna suerte de recomendación antes de que cierren el bar de la esquina.

Un Joaquín Sabina que luce con dignidad los tatuajes de un pasado bucanero, de un velero al abordaje, y que sigue desafiando el oleaje sin timón ni timonel.

Y ahora que van quedando menos islas donde naufragar, Joaquín sigue nadando contra corriente como ha hecho toda su vida,  y aunque muchos no daban un duro por el tipo, esta vez tampoco entregó el equipo

Ojalá otra vida entera en la que suenen las canciones de Joaquín Sabina, porque una casa sin Joaquín es una oficina, un teléfono ardiendo en la cabina.

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